En 1925, una figura de camisa negra y gesto arrogante comienza a ocupar todos los intersticios de la vida pública italiana. Benito Mussolini, una vez ha ascendido al poder y se ha convertido en el presidente del Consejo más joven de la historia de Italia, ahora se prepara para el siguiente paso del proyecto fascista: que su nombre se funda con el de su propio país. Si para ello la democracia ha de ser aniquilada, que así sea; si para ello la sociedad ha de ser reorganizada como si fuera un cuerpo nuevo, adelante; si es necesario transformar todos los órganos del estado, desde la escuela hasta el ejército pasando por la magistratura, que nada lo impida. Todo para que Mussolini, fascismo e Italia sean uno. Además, en esos años trabará contacto, para afianzar su posición en Europa, con un joven veterano de guerra que está ganando cada vez más popularidad en Múnich, Herr Hitler. |
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