La paz y el equilibrio de un pueblo de pescadores se resquebrajan con la desaparición, primero, y el asesinato, después, de una joven irlandesa que pasa sus vacaciones en la isla. El hallazgo del cadáver en los bajíos atormenta a la dueña de un hostal que no se atrevió a hacer una llamada a la Guardia Civil. La vergüenza y la culpa la empujan a buscar ayuda en «un conocido de la época de la universidad: un tipo con una mirada franca, un andar desgarbado y un oficio estrambótico». De esta manera azarosa, como la vida misma, el detective Ricardo Blanco acaba en un pueblo dejado de la mano de Dios. Y, a cada paso que da en su investigación, la trama se va enredando más. Cada peldaño que conduce al fondo del crimen esconde un nuevo enigma. |
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