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Fernando Aramburu lo ha vuelto a hacer: prosiguiendo con su portentoso e imprescindible friso de Gentes vascas, nos entrega una novela emocionante e inolvidable, otro hito en su narrativa, que le afianza como uno de los grandes narradores europeos; una historia que vuelve la mirada a la memoria reciente del País Vasco y cuyos personajes, retratados con hondura psicológica y profunda humanidad, nos conmueven, en especial su inmensa y memorable protagonista.
San Sebastián, julio de 1997. Mientras se supone que su marido está de viaje por trabajo, Maite recibe a su hermana Elene, que, después de muchos años en Estados Unidos, vuelve a su ciudad para ver cómo se recupera la madre tras un ictus. En los días que pasarán juntas, las hermanas y la madre conviven y conversan rehuyendo decirse toda la verdad, y evitan mirar de frente la tensión social que se está viviendo a su alrededor: ETA ha secuestrado a un concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco, y amenaza con ejecutarlo si no se cumplen sus demandas. Los hechos históricos corren en paralelo a la intimidad de Maite, una mujer sensible, compasiva, atenta, pero atrapada en convenciones que le impiden abrir los ojos y afrontar la realidad.

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