Ésta es la historia de una mujer que se enfrentó a su tiempo y a su mundo, pero es también la historia de ese tiempo y de ese mundo: la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del siglo en el que estamos.
En Justo antes del final la vida de la protagonista, una vida marcada por la invisibilidad, la enfermedad, la locura y las violencias, pero también por la resiliencia, la voluntad, los afectos y el cuidado de sí y de los otros , entra en tensión con algunos de los grandes acontecimientos de la vida pública: la llegada de la píldora anticonceptiva, la invención de la cámara instantánea, el desarrollo de tratamientos para las enfermedades mentales, la carrera espacial y la carrera por la prótesis auditiva perfecta, el descubrimiento de la antimateria, el diagnóstico del espectro Asperger, las investigaciones para alargar la vida, el protocolo de Kioto…
Justo antes del final pone en el centro a la figura materna, una mujer que es retratada en tanto hija, hermana, novia, esposa, amiga, terapeuta, paciente y, por supuesto, madre. Retrato íntimo y, a su vez, crónica de un mundo que es el de la madre, y también, el propio , la nueva novela de Monge tiene una estructura original que sigue ordenadamente la secuencia de los años desde el nacimiento de la protagonista hasta su duelo, y en la que el relato se divide entre lo que ella evoca desde la enfermedad y lo que añaden las voces de la familia, y aquello que el narrador lee o recuerda de la época, tirando de un heterogéneo conjunto de hilos escogidos con una lógica que se evidencia poco a poco.
En este relato, que es una lúcida memoria personal y colectiva, la familia se presenta como el espacio de la locura –un fantasma que recorre una saga donde la enfermedad se manifiesta de las formas más diversas–, la violencia física y mental, una masculinidad mal entendida, y el miedo compartido al caos. Pero la familia también se revela como el terreno para los afectos, la intimidad, el cuidar y ser cuidado, y la construcción del recuerdo a través de un entramado de voces.
Narrar la biografía materna es para Monge la manera, por un lado, de recuperar retazos de una larga conversación entre madre e hijo, entrecortada por las dolencias del cuerpo enfermo; y por el otro, de transitar el duelo. Narrar al otro, a su vez, es un modo de narrarse a uno mismo.
De vuelta al territorio autobiográfico, Emiliano Monge ha conseguido algo que parecía imposible: una novela que es un retrato a la vez que un mural. El retrato de una madre y el mural del mundo en que vivimos.
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