El escritor Manel Loureiro regresa al thriller con La ladrona de huesos y ambienta su intriga en el Camino de Santiago conectándolo con el espionaje soviético y el robo de reliquias. | |
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Tras ser víctima de un salvaje atentado, Laura pierde completamente la memoria. Solo el cariño de Carlos, el hombre del que se ha enamorado, le ayuda a percibir destellos de su misterioso pasado. Pero ¿quién es Laura? ¿Qué le sucedió? Durante una cena romántica, Carlos desaparece de forma inexplicable y sin dejar rastro. Una llamada al móvil de la joven le anuncia que, si quiere volver a ver con vida a su pareja, tendrá que aceptar un peligroso reto de insospechadas consecuencias: robar las reliquias del Apóstol en la catedral de Santiago. Sin dudar un segundo, Laura se embarca en una misión imposible para cualquiera. Pero ella no es cualquiera. Una impactante novela, de ritmo frenético y sorprendentes revelaciones, en la que Manel Loureiro conquista al lector y lo atrapa irremediablemente. | |
EL CAMINO DE SANTIAGO UNO DE LOS ESCENARIOS EMOCIONALES DE MANEL LOURERIO Galicia y sus pueblos. Manel Loureiro utiliza una vez más sus amplios conocimientos de su comunidad natal para introducirnos en sus paisajes característicos y sus pueblos con encanto. Pedrafita do Cebreiro, en Lugo, es la puerta de entrada a Galicia por el Camino francés y es donde Laura al inicio de la novela cree haber conseguido la ansiada paz y tranquilidad junto al hombre al que ama. Triacastela, en la misma provincia, es el lugar donde la protagonista encontrará al grupo de peregrinos con los que seguirá el Camino para ya no separarse de ellos en toda la trama. Sarria, el Bosque de Soutolongo o Arzúa forman parte del paisaje de la novela, lleno de verdes bosques y lluvias que le dan al lugar aún más intriga a la vez que encanto. Y por supuesto Santiago de Compostela, con sus peregrinos y su catedral, eje central de la trama final y en la que Laura intentará resolver todos los misterios que la rodean. «A lo lejos, en la distancia, se extendía el mar de casas que era Santiago de Compostela. En lontananza, recortándose orgullosa contra el cielo y las nubes, se erguía la inconfundible silueta de la catedral, con sus torres afiladas desafiando la gravedad y el tiempo.» |
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