El autor está disponible para entrevistas en Madrid el 9 y 10 de mayo
Considerado en España el «escritor de la memoria» por obras tan reconocidas como Ojalá octubre o La foto de los suecos, Juan Cruz aborda en esta novela la adolescencia como etapa de formación, como periodo esencial en la conformación del ser humano. Todo lo aprendido, lo descubierto en esta época de la existencia se convierte en una huella indeleble que acompaña al protagonista —y con él a todos nosotros— para siempre.
El autor ha construido en Mil doscientos pasos una poderosa voz narradora que, desde un muro de piedra que representa todo lo que fue su infancia, va relatando su vida, desatando los nudos, desvelando los secretos, todo aquello que entonces no se podía decir, o él no se atrevió a decirse a sí mismo.
Esta es la novela de un grupo de chicos que descubren pronto qué es en realidad la vida, pero también es la historia de un maestro perseguido por sus ideas, de un hombre que causa terror con su bigote inconfundible y el uniforme azul mahón, de unos padres que ocultan un secreto a los ojos del resto del pueblo y de una chica bellísima que es la idealización del primer amor. Es, en definitiva, la novela de un pueblo pequeño donde todos parecen observarse unos a otros, y de un país sumido en el temor, la pobreza y la negrura.
La crítica ha dicho:
«En Mil doscientos pasos, la memoria adolescente duele golpe a golpe. Juan Cruz Ruiz ha escrito su mejor novela en el borde herido de la historia, del lenguaje, del cuerpo, y en un paisaje de tormenta bíblica». Manuel Rivas
«La literatura es la vida. Es lo que nos enseña Juan Cruz con esta novela que culmina una fecunda obra en la que la literatura y la vida se entrelazan hasta el punto de hacerse indistinguibles. Porque para Juan Cruz la vida es literatura y la literatura es su vida desde que comenzó a leer». Julio Llamazares
«Juan Cruz nos enseña a releer el pasado con los ojos del corazón». Nuccio Ordine
«Juan Cruz destaca en cuanto escribe, y es mucho. Sus crónicas, sus entrevistas, sus artículos de prensa, todo ello es magnífica literatura. A veces de pincelada veloz y certera, a veces melancólica y demorada. Pero en lo que es un verdadero maestro es en la descripción y en la evocación: lugares, épocas, personas que el lector no puede haber conocido, acaban convertidos en sus libros en paisajes familiares de infancia, tiempos que se añoran y excelentes amigos que uno recuerda, a partir de entonces, con nitidez conmovedora». Javier Marías
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