| A cada cual, lo suyoLeonardo SciasciaUna aburrida tarde de agosto, el farmacéutico de un pequeño pueblo siciliano recibe un anónimo en el que le amenazan de muerte. Días después, el farmacéutico muere asesinado en el monte junto a otro respetable lugareño, el médico Roscio. Mientras los rumores que se desatan causan daños irreparables, y la policía y los carabineros dan palos de ciego, sólo Laurana, un anodino pero culto profesor de instituto, sigue una pista que tal vez conduzca hasta el asesino. Ha descubierto que el anónimo estaba confeccionado con palabras recortadas de un diario católico y conservador, L’Osservatore Romano, pues su logotipo, Unicuique suum –«A cada cual, lo suyo»–, figura en el reverso de los recortes. | | Todo modoLeonardo SciasciaUn desocupado y reconocido pintor recorre la campiña con su coche cuando descubre un aislado, silencioso y ascético caserón, un hotel edificado por un tal padre Gaetano en torno a una ermita, y decide hospedarse allí unos días. Precisamente se albergan también en el hotel, o se les espera en breve, un grupo de mujeres y algunos jerarcas de la política, de la industria, de la banca, la prensa y la Iglesia para meditar, a la manera de esos ejercicios espirituales a los que san Ignacio de Loyola definía como «el todo modo… para hallar la voluntad divina». Pero en ese ambiente pacífico se produce de pronto un asesinato. |
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