Un viajero llega a una ciudad sin nombre. La gente no lleva ropa sino máscaras. Duerme de día. Trabaja de noche. Vive en casas transparentes para dar ejemplo de vida modélica a los mirones. Se desplaza en medios de locomoción cuya velocidad es inferior al paso de los viandantes. Los pobres gozan del mayor prestigio. Los ricos organizan manifestaciones de protesta y tratan de deshacerse de sus fortunas, lo que provoca luchas feroces en las que no interviene ninguna fuerza del orden. No hay fuerzas del orden: todo miembro de las clases altas, identificable por una letra que lleva en el pecho junto a un farol, puede hacer de policía. Tampoco existe un tiempo igual para todos y para todo: cada actividad, cada proceso tiene su propia cronometría... Los desencuentros son permanentes. La confusión está institucionalizada.
Un mundo al revés es una novela mordaz y esperpéntica en la que la arbitrariedad y el terror sutil o descarado marcan la vida y las relaciones humanas (o inhumanas). Un mundo al revés no es solo la alegoría de un universo invertido o pervertido. Un mundo al revés es una de las más fascinantes obras de la literatura distópica del siglo xx.
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