Reproducimos un extracto del artículo publicado en Le Monde en marzo del año 2012:
«No se puede desaprovechar esta ocasión de añadir un nombre a la larga lista de las víctimas de la metáfora astronómica: Atsushi Nakajima (1909-1942) es un meteoro. Esta figura atípica de la literatura japonesa de entre guerras lleva dos años creciendo a ojos vistas… y a vista de telescopio. Más bien, a priori, una estrella fugaz misteriosa. Quizá una curiosidad, un fenómeno celeste más, pero que merece consideración.
»El autor, aunque consciente de su época, de sus experiencias y de la guerra, expresa una necesidad de escribir que obedece no tanto a una exigencia de sentido cuanto a una confusión de los sentidos. A un desequilibrio intemporal, a una nausea, a un vértigo. Su obra se construye dispersándose, diluyéndose, intentando abrazar un corazón invisible con círculos cada vez mayores.. Ese vértigo existencial, ese sincretismo tan personal, ese Oriente y ese Occidente suyos dan siempre en el blanco. Un escritor de verdad».
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