Con motivo de la proclamación de la monja benedictina alemana Hildegard von Bingen como Doctora de la Iglesia, recordamos la obra Vida y visiones de Hildegard von Bingen, en edición revisada por Victoria Cirlot
Hildegard von Bingen (1098-1179) será proclamada Doctora de la Iglesia, el próximo 7 de octubre por el Papa Benedicto XVI.
La Iglesia ha reconocido hasta este momento 33 "doctores", treinta de los cuales son hombres. Las tres mujeres son: Teresa de Ávila, Catalina de Siena y Teresita de Lisieux,
La Viday visiones de Hildegard von Bingen,
escrita pocos años después de su muerte por el monje Theoderich von Echternach,
permite una aproximación directa a una de las figuras más fascinantes y
multifacéticas del Occidente europeo. Sus escritos sobre las propiedades
medicinales
de las plantas y las virtudes de las piedras preciosas y los metales o sus tres grandes obras proféticas (Liber Scivias, Liber vitae meritorum y Liber divinorum operum), impulsadas por una facultad visionaria que la ha hecho célebre, dibujan el perfil de un destino extraordinario y enigmático.
de las plantas y las virtudes de las piedras preciosas y los metales o sus tres grandes obras proféticas (Liber Scivias, Liber vitae meritorum y Liber divinorum operum), impulsadas por una facultad visionaria que la ha hecho célebre, dibujan el perfil de un destino extraordinario y enigmático.
Esta nueva edición revisada y preparada por Victoria Cirlot
reúne, junto con la Vida y visiones de Hildegard von Bingen, las
principales miniaturas de sus visiones con sus textos correspondientes, una
selección de sus cartas más significativas para comprender el fenómeno
visionario, algunas de sus canciones litúrgicas y un nuevo epílogo en el que se
aborda la experiencia visionaria
Hildegard, última de diez hermanos de la noble familia de los
Vermesseheim, nació en 1098 en Bermesheim, en Renania, y murió con ochenta y un
años en 1179. Enviada por sus padres a la vida religiosa a los ocho años, se
hizo benedictina en el monasterio de san Disibodo, luego se convirtió en priora
de la comunidad femenina y más tarde decidió separarse del complejo monástico
masculino trasladando su comunidad a Bingen, donde transcurrió el resto de su
vida. Desde joven había tenido visiones místicas, que hacía poner por escrito a
una hermana. Temiendo que fuesen sólo ilusiones, pidió consejo a san Bernardo de
Claraval, que la tranquilizó. Y en 1147 obtuvo la aprobación del Papa Eugenio
III que, mientras presidía un sínodo en Tréveris, leyó un texto de Hildegarda.
El Pontífice la autorizó a escribir sus visiones y a hablar en público. Su fama
se difundió pronto: sus contemporáneos le atribuyeron el título de "profetisa
teutónica" y "sibila del Rin".
Para más información, puedes contactar
con:Elena Palacios epalacios@siruela.com 91 355 57 20
Ana Soteras: asoteras@dcomunicacion.com 91 702 23 88
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