367.- FGSR: Han dado comienzo las 16ª Jornadas de Bibliotecas Infantiles, Juveniles y Escolares

Han dado comienzo las 16ª Jornadas de Bibliotecas Infantiles, Juveniles y Escolares, organizadas por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez

Organizadas por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez



Hoy han comenzado en Salamanca las 16ª JORNADAS DE BIBLIOTECAS INFANTILES, JUVENILES Y ESCOLARES, organizadas por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. En torno al tema La familia y uno más: la lectura en casa, docentes, bibliotecarios y educadores, reflexionarán sobre el desarrollo de la lectura en el ámbito familiar.

En la jornada de hoy, el sociólogo y profesor en la Universidad Complutense de Madrid Enrique Gil Calvo ha propuesto a la familia como canal inductor del hábito lector. Su razonamiento es que el hábito lector empezó a extenderse en la Europa premoderna a partir de los hogares familiares, y hoy podría restablecerse ese hecho. La primera revolución familiar de la lectura data de finales del siglo XVIII y contagió a toda la Europa ilustrada el hábito lector. El canal de transmisión fue la novela romántica y sus profetas precursores fueron los primeros best sellers de la historia, Samuel Richardson, autor de Pamela o la virtud recompensada (1740); Jean-Jacques Rousseau, autor de La nueva Eloísa (1761); y sobre todo Goethe, el autor de la novela Los sufrimientos del joven Werther (1774). Pero la primera oleada de lectura fue la alfabetización que se produjo durante el siglo XVII en la Europa anglosajona y germánica como consecuencia de la Reforma protestante. Pero si bien el aprendizaje lector era exigido por los pastores, sin embargo donde realmente se aprendía a leer era sobre todo en las casas familiares. Se difundía a través de padres a hijos por medio de la comunicación y en la casa familiar. Ya en los siglos XIX y XX, aparecería una nueva red de transmisión de la lectura basada en la escuela pública como espacio o canal de comunicación, que pasaría a expropiar a la familia su antigua responsabilidad sobre la transmisión por contagio del hábito lector.

Hoy los iniciadores de la lectura son la escuela, el mercado editorial, la comunidad local y la comunidad virtual de internautas, sin que el hogar doméstico ni los progenitores puedan ofrecer algo. Existen dos factores que podrían impedir a las familias desempeñar ahora aquella misma función que antaño ejercieron. El primero es la pérdida de la autoridad familiar, potencialmente inductora de la lectura, y el segundo la desaparición del deber religioso de leer en familia. Eso no significa que la familia, los progenitores, hayan perdido su autoridad moral. Durante su juventud, muchos hijos parecen romper moralmente con sus familias, se resisten a leer o leen lecturas completamente distintas y aun opuestas a las que sus padres les recomendaron. Esta situación se pasa y se quita con la edad. Por tanto, los padres no deben obligar a leer a sus hijos con autoritarismo durante su primera infancia, deben esforzarse por contagiar el hábito lector con su propio ejemplo de lectura. Para criar futuros lectores hacen falta progenitores adictos a la lectura, capaces de predicar con el ejemplo.

La inducción familiar de la lectura debe abordarse de forma prioritariamente ritual, más que de manera formal. Para amar la lectura hay que entenderla como una actividad expresiva en vez de instrumental. Según Gil Calvo se trata de recrear rituales de lectura y escritura en familia, que pongan en juego interacciones escenificadas en casa capaces de implicar a los hijos suscitando su máximo protagonismo lector, pone como ejemplo el teatro y la dramaturgia. Pero el hogar no puede quedarse aislado, ha de conectarse a los demás escenarios donde se adquiere y transmite el hábito lector: la escuela, la biblioteca y la librería, pero también la pandilla de amigos. Se trata de ser capaces de enganchar el hogar familiar con los demás escenarios rituales donde se practica la lectura, enganchando a los hijos con los demás lectores potenciales que los habitan.



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