Un crimen ritual y una mujer desesperada por salvar a su hijo sustentan la trama de la nueva y sorprendente novela de Manel Loureiro, un thriller cuya enérgica acción y misteriosa atmósfera se sitúan en la legendaria Galicia rural.
Una joven ha sido asesinada mediante una antigua forma ritual en el monte Seixo, una montaña de difícil acceso repleta de misterio. El hallazgo de su cadáver a los pies de la mítica Portalén, una construcción megalítica que servía para los ritos funerarios celtas, desconcierta a sus investigadores. Junto a ella aparece también el cuerpo sin vida de un operario. ¿Quién ha sido capaz de cometer tales asesinatos? Descubrirlo, en un entorno rural tan cerrado como legendario, no será una tarea fácil. Nada más pisar aquellas tierras, la agente de la Guardia Civil Raquel Colina podrá comprobarlo. La protagonista acaba de trasladarse desde Madrid a ese rincón perdido de la Galicia con un único objetivo: salvar la vida de su hijo Julián, un niño afectado por un cáncer que avanza sin cuartel y que apenas le otorga meses de vida. La medicina ya no puede curarle, así que Raquel, en un intento desesperado por encontrar una salida, acude a una menciñeira local que promete la sanación de todo aquel que pasa por sus manos. Sea cual sea su dolencia.
«Aquella chica estaba muerta. Total y absolutamente muerta, y no hacía falta ser un forense para dictaminar aquel hecho. Porque entre sus dedos largos y delicados sostenía un trozo de carne de color rojo brillante y aspecto acuoso. Su propio corazón».
Sin embargo, Raquel se topa con un sorprendente crimen que trastocará sus planes en Galicia, mientras la curandera desaparece sin ni siquiera haber tratado a su hijo. Pero Raquel sospecha, desde el principio y sin confesarlo, que ambos casos podrían estar conectados. La guardia civil y su compañero Juan no dudan en seguir el rastro de todo aquel que guarde alguna relación con el crimen de Portalén. Sus pesquisas les llevarán a contactar con Méndez, un desagradable agente jubilado que les dará algunas pistas y muchas advertencias, pero que también situarán a Raquel en el punto de mira. Mientras la vida de su pequeño se apaga pese al amable trato de Ágata, la casera que les acoge en un pazo de Fosco, Raquel se verá obligada a cruzar la línea que separa la realidad de lo sobrenatural. Con la complicidad de su compañero, en un ambiente mágico y rural que no acaba de comprender, la agente es consciente de que se impone una cuenta atrás para resolver el caso, dar con la menciñeira desaparecida y hallar la última tabla de salvación que le queda a su hijo.
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