RAINER MARÍA RILKE (EL VIDENTE Y LO OCULTO)
Autor.- Mauricio
Wiesenthal
Editorial.- Acantilado,
Barcelona, 2015
Nº Páginas.- 1168
por Ricardo
Martínez
Cuando un autor visita a otro autor,
sobre todo en la formalidad de los libros y en la informalidad de su
imaginación, surge un nudo dramático que va a ofrecer al lector –el
destinatario del texto, de la visita- un viaje lleno de sugerencias nuevas, de
puntos de observación exclusivos, de emociones que irán más allá del puro
sentir. Será un viaje hacia un lugar imaginario que tiene mucho de real, y un
viaje real que tiene mucho de imaginario. Pero he aquí que estamos ante dos
autores, lo que justifica que un algo de bien y un algo de dolor han de ir
implícitos. El primero por el descubrimiento sensible que nos ofrece el
visitante, el mal por la ausencia de quien ha sido, ha escrito sin –tal vez-
haber contado con nuestro respeto y conocimiento, pero que a pesar de ello nos
ha legado cuando menos la artesanía delicada de su vivir, de su obra.
Estas razones –y otras, para gozo del afinado
lector- convergen en este libro extenso por el riquísimo mosaico de datos,
anécdotas y recordatorios de la obra del autor visitado; intenso por el
profundo acercarse a la figura y la obra de uno de los artesanos literarios más
grandes que haya dado la literatura poética contemporánea europea, cual es el
caso de Rilke, y liberador por cuanto, aún sin decirlo, saldremos de tal viaje
no solo renovados estéticamente, sino más ricos por la nueva relación que
podremos establecer con nuestro entorno dadas las sugerencias recibidas del cómo observar –y pensar-, y por la nueva
forma en que, secretamente, habremos de considerar nuestro propio sentido de la
armonía y la belleza, nuestra propia soledad
Lo curioso es haber advertido hasta qué
punto una de las convicciones del gran escritor es su renuncia, en algún
momento, a alguna de sus obras. Él mismo se considera su propia obra, su obra
total, y en tal sentido cree, en ocasiones, advertir impurezas en el resultado
obtenido cuando piensa que hubo “años alborotados por toda clase de
ocupaciones” que “fueron los de mi productividad más temprana… Mis
publicaciones más precoces” Sin embargo, considera el atento lector, fueron su
quehacer y preocupación, formaron parte de su vida, contribuyeron en una u otra medida a la
conformación final de su propio discurso.
Amado por extraordinarias mujeres, lo
que no impidió que fuese, esencialmente, siempre un ser avecindado en la
soledad, pasó algunas temporadas en el castillo de Duino (un histórico y
apacible lugar en el mar Tirreno que les invito a visitar por su distinguida
belleza, por su calma y armonía paisajística) Allí se enfrascó en un proyecto
luego irrealizado, su biografía del almirante Zeno. Veamos, sintamos, su
valoración creativa: “Me gustaría escribirlo todo de un tirón, pero al mismo
tiempo no consigo acordarme de nada. Y es terrible: el roer de las penas por un
lado, las rapaces del sentimiento por otro, han devorado mi memoria” Es la
lucha del autor en procura de la Forma, de su obra.
Wiesenthal, ese demorado esteta de los
viajes literarios, nos convoca en este libro a solas para hablarnos con deleite
de la figura de un hombre delicado en extremo, enfermo de sensibilidad que
concentra todas sus energías en llegar al corazón de aquel que, estando al otro
lado como lector, quiere escucharle -si bien la intención oculta es que ese
lector se escuche y conozca a sí propio. Un viaje de lo más singular.
En
una de sus elegías concebidas en Duino ha dejado escrito Rilke para el tiempo
venidero, para cada uno de nosotros: “La belleza no es nada sino el principio
de lo terrible, lo que somos apenas capaces de soportar, lo que sólo admiramos
porque serenamente desdeña destrozarnos” E implora, a solas, un poco más
adelante: “Ay, ¿quién de veras podría ayudarnos”
Este libro elaboradísimo, de texto
cuidado y lenguaje convocador, nos ayudará en el camino, en la duda. A buen
seguro
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