¿Cómo, entonces, imaginarnos a Federico?, se preguntaba Luis García Montero, unos de los primeros lectores de este libro: «Pues convirtiéndolo en imágenes, haciendo que las palabras de sus labios regresen al interior de sus sentimientos y sus razones. Eso es lo que hace Ilu Ros. Propone una cita con García Lorca que es un diálogo generacional, una mirada del presente al pasado y del pasado al presente. La palabra hoy lleva en su interior un mundo ilustrado» . Ilu Ros consigue darle voz y movimiento al hombre, hermano, amigo, hijo, amante que fue Federico; logra hacernos llegar el testimonio íntimo de sus coetáneos; nos permite adentrarnos en el ambiente en el que se movió, y, por fin, nos deja con el corazón encogido ante el trágico desenlace, que no por ser conocido nos produce menos estupefacción. |
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