En 2016, Sergio del Molino no se sorprendió cuando el que había sido su profesor de filosofía del instituto, el activista Antonio Aramayona, le dijo que iba a suicidarse. A partir de este suceso, el autor propone un relato homenaje a la memoria de este carismático maestro, defensor a ultranza de la educación pública, el laicismo y el derecho a una muerte digna, pero en realidad se sumerge en una narración, entre pasado y presente, que explora la culpa por abandonar a quienes nos enseñaron a mirar el mundo, las primeras traiciones y decepciones y los límites siempre difusos entre la rebeldía y la complicidad con lo abyecto, volviendo a la figura de un profesor que accionó los resortes de unos jóvenes que buscaban su propia naturaleza.
Desde una prosa brillante, depurada y precisa asistimos por tanto al homenaje a una adolescencia cargada de rabia, ruido y violencia en el barrio pobre de Zaragoza del que siempre planeó fugarse. Una memoria y una fascinante lectura, en definitiva, de toda una generación.
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