Falcó
Arturo Pérez-Reverte
Editorial Alfaguara
291 páginas
Por Francisco
José Peña Rodríguez
Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, Murcia, 1951) se adentra en el territorio de la
novela policíaca con trasfondo histórico, o de la novela histórica ─muy de su
gusto─ con trasfondo policiaco en Falcó, un excelente retrato de los meses
finales de 1936. No es la primera vez que el académico se introduce en las
lides de lo policiaco: El maestro de
esgrima (1988) es, en mi opinión, el preludio de este excelente relato de
ágil lectura, profunda documentación y un retrato espacio-temporal extremadamente
preciso.
Falcó
reúne los mejores parámetros del género policiaco: el cinismo y la frialdad del
protagonista, con sus dosis de alcohol; el misterio en torno a la vida del
espía de esta detective novel; la
extraña relación con la chica del relato, Eva Rengel; el trasfondo social
extremadamente realista ─en la novela de Pérez Reverte la guerra civil, el año
1936, los bandos contendientes, la figura de José Antonio─…
Esta
novela tiene un presupuesto sugerente: una de las operaciones que se idearon
para salvar la vida del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de
Rivera; acción que se basa en sacarlo de la cárcel de Alicante para llevarlo,
con cobertura alemana, a la Salamanca de Franco. Nada que no salga en algunos
de los estudios de la guerra civil más pormenorizados, pero lo que para los
historiadores supone un capítulo o una nota al pie de página para Pérez-Reverte
implica toda una novela policiaca, con un trasfondo histórico que nos retrae a
los meses finales de 1936: milicias en Cartagena, falangistas de retaguardia en
Salamanca, mujeres hermosas en ambos bandos aunque con diferentes papeles
sociales y políticos…
A
pesar de ello, compré el libro con cierta prevención: no veía al académico
murciano fuera de la España del Siglo de Oro (Alatriste) o del siglo XIX (La
sombra del águila, El maestro de
esgrima); la guerra, además, se presta a best seller. De cualquier modo la compré y descubrí una novela de
excelente factura y, esencialmente, de profunda documentación, por otro lado
propio de las obras de Pérez-Reverte.
Lorenzo
Falcó, fácilmente en la línea de Sam Spade (Dashiell Hammet), Bernie Gunther
(Philip Kerr) o Ángel Barciela (Joaquín Leguina), aunque algo menos comilón que
el comisario Montalbano (Andrea Camilleri), resulta un “hombre a sueldo” de la
inteligencia militar de los nacionales, que no se cansa de repetir que no es
falangista y que una vez cumplida su misión se volverá a casa sin afiliarse a
la Falange. Por las 291 páginas del relato quedan los retazos del pasado personal
semiborroso del espía y, además, sus complejas relaciones con las mujeres,
aunque destaca la intensa escena de sexo con Eva (pág. 161).
La
novela, por la que desfilan el Almirante ─jefe de Falcó─, los hermanos Montero,
Eva Rengel, tipos de la Alemania nazi y milicianos de Levante poco atentos a su
misión; retazos de Salamanca, la ciudad que vio nacer al autor o Alicante (incluso
el Hotel Adlon ─pág. 265─ del Berlín nazi, que nos lleva a Philip Kerr y a su Berlin noir) tiene su punto fuerte en
los diálogos: ágiles, intensos, constantes, precisos, excelentes, adecuados a
cada personaje y a cada bando y, sobre todo, un setenta por ciento de la novela
que se lee con benevolencia e intensidad.
La
pluma de Pérez Reverte, al adentrarse en las procelosas aguas de la guerra
civil, al retomar las intensas páginas del género negro, resuelve con éxito el
propósito de una novela sobre aquella época sin que el lector se desvíe de su
lectura, pues la ficción parece la propia realidad y la realidad sigue siendo
la realidad de una época compleja; sin desmerecer, análogamente, los
sentimientos de cada personaje, sean alemanes, rusos, milicianos republicanos o
falangistas más o menos comprometidos.
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