“La vida era eso”, de Carmen Amoraga,
Premio Nadal 2014
Martes 4 de Febrero ENTREVISTAS en Madrid
y RUEDA DE PRENSA a las 11 horas en el Hotel de las Letras (Gran Vía 11)
La vida
era eso
¿Por qué quería escribir esta historia?
¿Por qué quería escribir esta historia?
«Hace menos de tres años llevé a mi hija al cumpleaños de una niña de su clase. Allí conocí a Viviana y a Walter. Walter era grande, fuerte y risueño. Poco después supe que estaba enfermo. Poco después supe que murió. Todo me lo contó Viviana en el perfil de Walter. “Es Walter el que habla pero es Vivi la que escribe”. Walter me contó después de haberse marchado que habían creado el rincón de papi con dibujos y una botella de Jack Daniels, que soplaría las velas de la tarta en el cumpleaños de su hija pequeña, que había oído una canción de Whitney Houston y se la dedicaba a Viviana.
Una tarde me encontré a su mujer y a sus hijas por la calle, frente a mi casa, a la salida de la presentación de un libro, y nos abrazamos en silencio. Entonces yo ya quería escribir una historia que contase la suya, no la de Walter y Viviana, sino la de una mujer que había comprendido que los seres humanos estamos diseñados para sobrevivir y que eso era lo que tenía que hacer para salir adelante junto a sus dos hijas. Hay quien no es capaz de hacerlo, sobrevivir, pero hay quien entiende que es su única salida y se agarra a un hilo que pasa por delante de su cara como si fuera una maroma de barco porque sabe que hay que aprender a perder para aprender a vivir. Esa era la historia que yo quería escribir.
Se lo conté cuando ya nos habíamos hecho socias, compinches, amigas, y le pedí un permiso que ella me dio. Así nació La vida era eso. No es la novela de mi amiga. Es la novela de una mujer fuerte que no sabe que lo es que es y que descubre que comunicarse con el mundo, aunque sea a través del mundo virtual, es la herramienta clave para que el dolor de la herida sea más leve, aunque sólo sea un poco.
Viviana dejó de ser Viviana y pasó a ser Giuliana. Y Walter, William. Y Kayla y Chelsea, Ana y Marie. No eran ellas. No tenían que serlo. Eran otras, otros, con un pasado distinto y un futuro diferente, con otras caras, otras pieles, otros olores y el mismo dolor, el que Viviana/ Guiliana expresa en los post que le escribe a su marido muerto el 29 de cada mes durante un año. No para regodearse. Sólo para sobrevivir.
A finales de enero hará dos años que Walter murió. Viviana escribe en su perfil que allá donde esté, estará sonriendo al ver todo lo que ha generado, y es curioso, porque yo, que sólo lo vi un par de veces, le recuerdo justo así. Capaz de causar estas cosas. Como si fuera un fenómeno de la naturaleza, porque una gota de lluvia es un fenómeno natural del mismo modo que lo es un huracán. Como un fenómeno capaz de todo lo bueno y de todo lo malo. Así le recuerdo. Y con ese recuerdo, nació esta novela»
Carmen Amoraga
La vida era eso
Esta es una novela real que, sin extremar el dramatismo, habla de la soledad, el amor, la pérdida y de la posterior superación, pero también de cómo pueden llegar a ser las relaciones humanas en la era de las redes sociales
«Las cosas no dependen de nosotros, ni de nuestros temores ni de nuestras certezas.»
***
«Hay dos formas de ver la vida: una es no creer en los milagros y la otra es creer que todo es un milagro.»
Carmen Amoraga nunca se perderá en disquisiciones que no aporten vitalidad al texto, al argumento y a la emoción del personaje, y por tanto del lector. Ya que en su novela esas dos figuras suelen ir de la mano, siguiendo el mismo camino y buscando percibir parejos sentimientos. Su literatura es, aparte de lúcida y diestra, reconfortante, cercana, sutil... sabia. La autora profundiza incansable en la psicología de los personajes, sobre todo de Giuliana, la protagonista, y muestra la transformación que ésta sigue a lo largo de los tortuosos meses de duelo que le toca sufrir. Porque en el fondo, aceptar la pérdida es también una forma de aprender a vivir.
«Su relación con el resto de la humanidad es fría cuando sale de la pantalla del ordenador. Hay gente a la que conoce en el mundo virtual y también en el real, y aunque en Facebook mantiene largas y acaloradas discusiones sobre cualquier tema, en la calle resuelve el encuentro con un «hola qué tal» y poco más.»
. El giro trascendental que se produce en la vida de Giuliana tras la muerte de su marido, la lleva a refugiarse en un mundo virtual que hasta esos momentos le era totalmente ajeno. Y es precisamente esa vacilación e ingenuidad con un medio que le es desconocido la que aprovecha la autora para mostrar a la protagonista tal y como se encuentra, con todos sus crudos desgarros, miedos, dudas y contradicciones. Facebook se convertirá entonces en la adecuada puerta que le permita hablar de lo ocurrido, analizar el problema, contar lo que se siente y recibir en forma de comentarios el aliento necesario para poder enfrentarlo. Algo que obliga a reflexionar sobre como los caminos de la comunicación humana son cada vez más espontáneos y diversos.
«La muerte no se lo lleva todo. Se lleva sólo una parte, la parte mala. Los malos recuerdos, los malos modos, los malos momentos, y se deja lo mejor. Debe ser parte de su crueldad. Lo piensa, y el pensamiento le da ganas de ponerse a llorar.»
Aunque pérdida, muerte y desolación son puntos clave de la novela, ésta no deja de mostrarse como una obra vitalista, donde lucha y emotividad se combinan para aportar luz a todo aquello que pueda nublar la existencia, y donde la esperanza y el humor se esconden tras la pesadumbre. Y aun hablando de ellas, esta no es precisamente una novela sobre enfermedades, sino más bien sobre la forma de enfrentarlas. La autora se vale de textos escritos siguiendo los diversos formatos de escritura permitidos en las redes sociales para, desde una perspectiva actual y ajustada a esas nuevas formas de relacionarse, hablar de sentimientos, recuerdos, ausencias, sensaciones o rencores. La estructura de la novela, al igual que el proceso de duelo, se sustenta en cuatro partes paralelas a los estados de ánimo que va soportando la protagonista, desde la negación y la ira hasta la idealización y final aceptación. Los fugaces viajes que en la memoria Giuliana hace al pasado, se presentan entonces lógicos con su transformación y acordes con la evolución de la historia.
«Y también se lleva la mala costumbre de intentar cambiarla, de querer moldear su carácter, porque el que tenía en verdad no le gustaba, y la discusión... «Si no te gusto, por qué no me dejás», «porque te quiero », «si me querés, por qué me querés cambiar». Eso se lleva la muerte, sólo eso, y deja lo otro, lo que más duele. Se lleva sus bajezas, pero te deja las tuyas.»
Giuliana se alza como protagonista absoluta de una historia donde los personajes son de carne y hueso, algunos más rotos que otros, pero siempre en una búsqueda incansable por superar el dolor o la soledad y encontrar de nuevo su sitio en el mundo. Su voz va adquiriendo fuerza a lo largo del texto hasta convertirse en un grito sutil y doliente, a veces incluso extremo, pero siempre conmovedor e inteligente. A través de un relato de gran belleza literaria, valiente, en ocasiones incluso lírico y con toques de humor, Amoraga ha conseguido no solo destapar la gran cantidad de matices psicológicos que tienen los personajes, sino también su hondura y complejidad.
«Giuliana Di Benedetto con William Kesselman, 5 de febrero de 2012
Si las cosas hubiesen sido de otra manera, hoy tendría que decirte ¡¡FELIZ CUMPLE!! ¡¡FELICES 48!! Pero no pudo ser, así que en lugar de festejar he decidido homenajearte en el día que te vio nacer, y que a pesar del paso del tiempo tus hijas y yo seguiremos recordando como siempre, y la gente que te quiere también.»
El nombre de Carmen Amoraga se ha convertido a fuerza de premios y reconocimientos en una figura fundamental de la literatura española contemporánea, no solo respaldada por la crítica sino también por un público, que en perfecta simbiosis con su obra, acaba empatizando con los personajes, disfrutando de sus historias y planteándose cuestiones cercanas a las suyas. Ya entre las primeras páginas del libro pueden encontrarse unas palabras de Pedro Salinas sobre el amor, que en clave poética, avanzan la verdad última en torno a la que gira la historia: «¿Serás, amor, un largo adiós que no se acaba?»
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