El narrador de la novela es, como el propio Dostoievski, un escritor cuya primera obra le ha valido reconocimiento, pero que, poco amigo de la sociedad y de la adulación, parece incapaz de proseguir su carrera. Está enfermo y ha aceptado, además, la pérdida del amor: Natasha, la joven a la que amaba, se ha fugado con Aliosha, hijo del príncipe Válkovski, contra la voluntad de los padres de ambos. Nietzsche decía que Dostoievski era «el único psicólogo del que tenía que aprender algo» y en esta novela –en una nueva traducción de Fernando Otero y José Ignacio López Fernández– asistimos en verdad a un insólito y sorprendente análisis de los recovecos de la bondad y el perdón, de la soberbia y la maldad. |
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