LA LENGUA O EL ESPEJO
Eliana Dukelsky.
Cuadernos del vigía, Granada, 2015.
Por
Ricardo Martínez
http://www.ricardomartinez-conde.es/
http://www.ricardomartinez-conde.es/
He aquí una joven escritora
argentina que, haciendo uso de una fórmula sospechosamente fácil –por su
brevedad- cual pudiera parecer el aforismo, sabe, no obstante, sacar provecho
de ello urdiendo una convocatoria en favor del texto de consciencia, de la
identidad como compromiso, de la reflexión acerca de la realidad: esto es, de
todo aquello de lo que un lector atento y curioso difícilmente se podrá
desligar: “El disfraz es más pesado que la carga que quiere ocultar”
La brevedad, por otra
parte, dentro de una forma de escritura concisa cual es la aforística, ha dado
muchas veces unos ejemplos que han resultado equívocos en la significación del
texto, por cuanto las pocas palabras pueden dejar incompleto, impreciso o
solamente alusivo un discurso que se distingue precisamente por lo contrario:
la raíz profunda, la significación honda y meditada. Pero Dukelsky ha salvado
con soltura y precisión tal escollo de lo breve fútil o vano a favor de un
discurso que tiene valor propio, contenido intrínseco y formulación de
trascendencia hasta el punto de conseguir, lo que no es fácil, que el lector
queda indemne de cada uno de estos breves compromisos o exigencia que la autora
le plantea: “Tristeza: dolor sin aversión, con amor”
Bajo aparentes fórmulas
sencillas (aparentes, digo, pues es una práctica literaria que exige
conocimiento y rigor en la utilización del género) la autora no permite eludir
en ningún momento la vinculación con la lectura, entendida ésta como una
compañía necesaria para obtener un bien a solas. Y los ejemplos no es difícil
hallarlos a lo largo de este libro que resulta, a la postre, un espejo limpio
donde mirarse y aprender: “Acostumbrarse al hábito de ser siempre uno mismo”
Sea, pues, el saludar con
satisfacción y gozo un libro lleno de referencias propias para el lector que,
al margen de los dictados impuestos tantas veces por una realidad que se nos
dicta impositivamente, quiere una compañía fecunda y en ello el procurarse un
interlocutor que le aporte el grado de sorpresa e imaginación que el
entendimiento de lo real verdadero exige como premisa.
En fin, lean, acostúmbrense a sí. Merece la pena
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