392.- VIVA EL CUENTO VIVO

VIVA EL CUENTO VIVO


La vigencia y pervivencia del cuento como género literario ha sido el tema de la mesa redonda Voces de la nueva narrativa latinoamericana, organizada por editorial Páginas de Espuma, y que ha contado con la presencia de los escritores argentinos Andrés Neuman y Luisa Valenzuela y el escritor peruano Fernando Iwasaki.


Madrid, 31 de mayo de 2008


El acto se ha celebrado en el Pabellón Carmen Martín Gaite y ha sido presentado por Juan Casamayor, director de Páginas de Espuma, una de las pocas editoriales especializadas en narrativa breve y que el próximo año cumple 10 años de vida.


Casamayor dio comienzo a la mesa redonda preguntando cuál es la valoración que se puede hacer del cuento en relación con los otros géneros literarios. El primero en tomar la palabra fue Iwasaki, quien señaló que, “al igual que en muchas otras cosas, en este caso el tamaño tampoco importa”, lo que provocó la risa del público y de los otros integrantes de la mesa. Para el escritor peruano da igual si un escrito es novela, ensayo, cuento o pregón. Dijo que ésta es una distinción que él nunca hace porque cree que quienes se dedican a la literatura le otorgan la misma consideración y pasión a cualquier género literario. Según Iwasaki, son los editores y los distribuidores quienes sí hacen una marcada diferencia de géneros, aunque por motivos extraliterarios.


La escritora Luisa Valenzuela subrayó que el cuento tiene una intensidad que la novela va perdiendo a medida que se avanza en su lectura y, parafraseando a Cortázar, añadió que “la novela es el árbol, mientras que el cuento es la bellota que contiene todo el árbol”. Asimismo, recordó que hay grandes obras de la literatura que se pueden considerar cuentos o “una seguidilla de cuentos”. Como ejemplo mencionó El Quijote.


Andrés Neuman, en tanto, afirmó que es muy difícil atribuirle el mismo género a un solo libro porque cada libro pertenece a más de una tradición literaria. Y preguntó: “¿Qué es el comienzo de Ana Karenina?... es un cuento, un cuento que encierra la explicación global de todo el resto de la novela”. Para el argentino, al igual que en una tela hay distintos porcentajes de material, como poliéster o algodón, también en una novela, incluso en cada página, hay un porcentaje de más de una tradición literaria. En este punto Valenzuela se mostró en desacuerdo. Según la escritora argentina, al comenzar cada nueva obra es fácil saber a qué género pertenecerá, si será cuento o novela. “Ese cultivo, esa investigación, se sabe de antemano”, aunque admitió que es cierto que luego puede ocurrir “un trasvase de géneros”. Para apoyar esta idea, Iwasaki recordó que algunos escritores hacen una novela de un relato tan corto como una columna, como ha sido el caso de Juan José Millas.


En cuanto al valor del cuento en América Latina, Iwasaki afirmó que los escritores latinoamericanos pueden conseguir “prestigio literario” en sus países gracias a este género. Y ha puesto como ejemplo los nombres de Cortázar, Monterroso y Borges. También ha afirmado que como en España “todos están hipotecados, no les queda más remedio que escribir novelas”, frase que causó la risa del público.


En cuanto a las diferencias en el proceso creativo entre cuento y novela, Valenzuela afirmó que “cuando se está escribiendo bien, de manera exacta y perfecta, llega ese extraño placer, esa exquisita adrenalina tan difícil de alcanzar, y en ese momento ya no importa cuál es la extensión de aquello que acabas de escribir”.


Para finalizar, Neuman se declaró escéptico de una futura “muerte” del cuento como género, porque considera que es “la forma más natural de hablar sobre la realidad”. Sostiene que le parece impensable que la gente “deje de contarse cosas, deje de decir un día ‘no sabes lo que me ha pasado’” e inicie así un relato.


Gabinete de Prensa

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