Este Bestiario está en deuda con toda la literatura global que haya rozado el género desde que Gregorio Samsa despertó convertido en escarabajo. En su mundo de seres imaginarios, Ángel Olgoso advierte que no hay salida y compila una serie de historias tristes, incluso crueles, tomando a los animales (a veces plantas u objetos) como excusa. Hilvana el texto, confeccionando un tejido preciosista, un mosaico de taracea. De esta forma roza sin duda el cultismo ennoblecido por un amplio conocimiento de lo narrado, por un acolchamiento lírico y una expansión metafísica cercana a un Borges o a un Kafka más cercano.
El asombro —sobre todo la sorpresa final— es una característica esencial de todos los cuentos aquí reunidos, así como la alegoría continua, el exotismo puntual y el fino humor que a veces roza lo grotesco, entretejiendo un rompecabezas, formulando en cada corte una adivinanza, un enigma que no se desvela hasta el fin cual escorpión que mata con el extremo de su apéndice caudal.
Olgoso es camaleón, mosca y cocodrilo; tigre, sapo y cucaracha; escualo, perro y ratón; abeja, colibrí y todo lo contrario; hasta llegar a una última entrega, llamada precisamente Bestiario que, en una declaración conclusiva y abnegada, viene a decirnos que todos somos monstruos, que irremediablemente somos, hemos sido y seremos animales.
Jorge Fernández Bustos
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