En la ciudad peruana imaginaria de San Miguel, -que tal vez tenga algo que ver con Piura- se reúnen cuatro amigos en torno a la bodega de uno de ellos, el chino Revilla, que no tiene de chino más que el negocio. Diego, taxista, inventor y colero (que guarda sitio en las colas por unas monedas), fascinado con la vida de las hormigas; Ignacio Vargas, locutor radiofónico y fumador compulsivo –siempre del último cigarrillo de su vida-; y Eduardo, profesor particular mal pagado, casado con Merceditas, costurera en casa. Con estos cuatro mimbres y todo el bagaje literario de la narrativa hispanoamericana del siglo xx, el autor ha construido una novela asombrosa, hermosísima, melancólica y triste, pero también divertida y alegre, pintoresca y mágica, donde se les ven las orejas a García Márquez y a Juan Rulfo, por ejemplo. Una novela que es la historia de unas vidas. O, mejor dicho, de la vida.
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