A los 32 años el periodista asturiano Paco Ignacio Taibo siente que el olor a sotana rancia se ha apoderado lentamente de la redacción del periódico donde trabaja, El Comercio de Gijón. Además. el pasado republicano de su familia le impide prosperar profesionalmente en un diario que sigue fielmente las directrices del régimen franquista: esa falta de libertad hace más largo y pesado cada segundo de su vida. Sin saber nada de ciclismo —jamás aprende, de hecho, a montar en bicicleta—, convence a sus jefes para que le dejen cubrir la Vuelta a Ciclista España que en 1957 mantiene en vilo a la población española, en aquellos veranos cuyo lento compás marca la radio. Y así, entre pedales y a dos ruedas, poco a poco, va sumando campeonato tras campeonato hasta lograr traspasar la frontera española y respirar en Francia el aire de la libertad. Su hijo, el novelista Paco Ignacio Taibo II, relata ahora aquellos días en que su padre se marchó de casa subido a un jeep del Ejército para asistir al duelo entre el toledano Federico Martín Bahamontes y el vasco Jesús Loroño, en tiempos heoricos, de pavés y sudor, cuando los ciclistas llegaban a la línea de salida desde su casa, a golpe de pedal, vestidos con un pantalón de fútbol y calzados con alpargata, en cualquier caso dispuestos para que ese verano llevase desde entonces su nombre.
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