Una de las empresas más extraordinarias de las muchas que acometió Ortega y Gasset fue, sin lugar a dudas, la publicación –entre 1916 y 1934– de los ocho volúmenes que conforman El Espectador, obra de la que se nutre esta antología. Frente a otros títulos de la producción orteguiana, quizá más conocidos para el gran público, El Espectador tiene la innegable ventaja de ser su obra más personal y la que quizá más apela a la personalidad de sus interlocutores. En palabras del propio autor, «una obra íntima para lectores de intimidad».
Por otro lado, y tratando de huir de la imagen petrificada y canonizada de un filósofo de manual o enciclopedia, el Ortega de nuestro tiempo no puede ser sólo el de sus grandes obras maestras, sino que puede e incluso debe ser el hombre del día a día que se paseaba por la calle y escribía con total naturalidad sobre todo aquello que oía y veía, sin filtros y sin tapujos, con el cerebro en plena ebullición y con las emociones a flor de piel. Un hombre que, como él mismo confesaba en 1915, nunca pretendió «tener otra virtud que ésta de arder ante las cosas».
Existe cierto consenso en considerar a José Ortega y Gasset (Madrid, 1883–1955) uno de los grandes pensadores (para muchos, el más grande) de la historia contemporánea de España y, por qué no decirlo, de Europa. Autor de títulos de referencia como Meditaciones del Quijote, La rebelión de las masas y España invertebrada, la obra orteguiana es –más allá de su contenido filosófico, de una incuestionable originalidad– la de alguien que supo maridar como nadie el rigor del contenido y la exuberancia de la forma. Porque, por encima de cualquier otra cosa, Ortega fue, ante todo, un enorme escritor: un maestro del idioma, dotado de un estilo personalísimo e inconfundible, que enseñó a pensar a varias generaciones de lectores hispanohablantes, elevando nuestra lengua hasta un nivel jamás antes alcanzado.
Francisco Fuster (Alginet, 1984) es profesor de Historia Contemporánea en el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Valencia. Su principal línea de investigación se centra en la historia de la cultura española del siglo xx, con especial interés en la llamada Edad de Plata (1900-1939). Ha editado libros de autores clásicos de este período, como Azorín, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Santiago Rusiñol, Rubén Darío, Julio Camba y Santiago Ramón y Cajal.
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