"Es muy
posible que como reza uno de los poemas, “Jacques
Brel esperase a Madeleine para llevarla al cine”, y hasta es probable que
algunos, lo vieran a él, o a ella, en el puente a la vera del castillo. Es muy
posible que Madeleine no estuviera en la lista,
como tampoco lo estaba, Cristina Peri Rosi o Sylvia Plath, más ausente que
nunca en sus quehaceres victorianos. Probablemente Virginia Wolf no se veía con
fuerzas ni ganas de aprender a nadar, y es que el río, por aquel entonces,
aquel maldito día de los enamorados, bajaba turbio, manchado de sangre,
presagiando lo que se avecinaba. Es la hora de las ánimas, y llovía. Madeleine
no llegaba, y Jacques Brel, como tantos otros en el puente a la vera del
castillo, seguía y seguiría esperándola durante muchos, muchos meses. Así,
lentamente, nació este poemario"
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