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miércoles, 30 de enero de 2019

121.- Guillermo Martínez y "Los crímenes de Alicia"



«El problema es que hay demasiadas muertes ocultas en Wonderland. Aunque no está mal que así sea –dijo, con un desapego filosófico-: deberían alcanzar para todos. ¿Muertes basadas en escenas del libro de Alicia?»



¿Quién está recreando el mundo de Alicia en el País de las Maravillas como patrón de sus asesinatos y por qué?
¿Qué se oculta en los diarios privados del autor victoriano Lewis Carroll? Y, sobre todo, ¿quién será la próxima víctima?
El regreso de los protagonistas de Los crímenes de Oxford con un nuevo misterio libresco que desafía toda lógica.

NOTA DEL AUTOR

"Si bien esta novela tiene como inspiración inicial un hecho real —el hallazgo en Guildford, por parte de la dramaturga Karoline Leach, del papel que resume el contenido de las páginas arrancadas a los diarios de Carroll—, todos los sucesos y personajes de la trama policial son ficticios. En particular, la Hermandad Lewis Carroll que imagino no tiene ninguna relación con la Sociedad Lewis Carroll, que efectivamente publicó una edición anotada en nueve volúmenes de los diarios."

 
NOTA DE ROSA MONTERO

“Con Los crímenes de Alicia, Guillermo Martinez reinventa la novela de intriga policial, dotándola de una hondura intelectual y una grandeza literaria formidables. Una historia fascinante que está llamada a convertirse en un clásico”.

ENCUENTR@
MIÉRCOLES 6 DE FEBRERO
20 h. HOTEL DE LAS LETRAS
*BIBLIOTECA*

Como siempre, muchas gracias por el interés.
 Alba Fité Navarro
DOSSIER DE PRENSA
Fecha de publicación: martes 5 de febrero
Precio: 20.50 / Pág. 336




Corre 1994. Apenas un año ha pasado en la pequeña ciudad universitaria británica desde que una serie de muertes sigilosas y casi abstractas sacudieron a la comunidad. Muertes que la prensa local bautizó comoCrímenes imperceptibles y que en el extranjero se conocerían como Los crímenes de Oxford. Los protagonistas de aquella desconcertante intriga, el reputado profesor de Lógica Arthur Seldom y su joven discípulo argentino G –de nombre impronunciable para los británicos–, se topan con un nuevo misterio. En esta ocasión nadie parece estar a salvo del peligro, porque la serie de crímenes que amenaza a la comunidad universitaria no sigue ninguna lógica descifrable. O quizás sí, pero en este caso no responde al exacto rigor matemático de los anteriores asesinatos, sino a las oníricas o fantásticas leyes del nonsense que gobiernan el País de las Maravillas de Lewis Carroll.
Todo comienza con un hallazgo de la joven y bella becaria Kristen Hill en los archivos del escritor victoriano. La Hermandad Lewis Carroll, integrada por los mayores biógrafos y expertos del escritor -y de la que Arthur Seldom también forma parte- se dispone a publicar finalmente los diarios íntimos de Carroll y encomienda a la investigadora el cotejo de los cuadernos originales. Kristen descubre un  papel que ha pasado desapercibido hasta ahora para todos, con una frase que guarda la clave de una página arrancada del diario de Carroll por sus familiares. Esa página, del año 1863, podría desbaratar todos los estudios y biografías sobre el autor de Alicia en el País de las Maravillas, y arrojar una luz completamente nueva sobre su vida y su obra.
Sin embargo, Kristen no llega a comunicar su revelación a la Hermandad porque un trágico y dudoso accidente automovilístico la deja en coma en el hospital la noche antes de la reunión plenaria.
El accidente tiene visos inequívocos de intento de asesinato y cuando el inspector Petersen –viejo conocido para el lector de Los crímenes de Oxford– toma cartas en el asunto, las cosas se complican aún más porque las muertes se suceden. Muertes a la vez acompañadas por el envío anónimo de unas fotografías perturbardoras que Lewis Carroll realizó en su día a varias niñas, incluida la pequeña Alice Liddell, en quien se inspiró para escribir su célebre novela.
¿Esa faceta oscura y polémica de Lewis Carroll tiene relación con los asesinatos? ¿Cuál es la verdad que se intenta ocultar? ¿Quién está matando una y otra vez al mensajero y por qué? A todos esos interrogantes se enfrentan Seldom y su joven discípulo en una carrera contrarreloj antes del próximo crimen. Y la serie de ataques no parece responder a otra lógica que las absurdas o paradójicas reglas que reinan en el País de las Maravillas. Un verdadero desafío que pondrá a prueba la inteligencia y las capacidades deductivas del célebre profesor y el joven estudiante argentino.
Con ágiles diálogos, escenas memorables y un ritmo vertiginoso, Guillermo Martínez se supera así mismo y vuelve a sorprender. En la mejor tradición del policial de misterio, tal y como lo concibió Jorge Luis Borges, o la novela de enigma que consagró a Umberto Eco, el reciente Premio Nadal de Novela construye, con una prosa cristalina y tersa, unthriller que aúna lo libresco y las referencias literarias con el relato policial clásico.
Martínez toma como punto de partida el hallazgo real, por parte de la dramaturga Karoline Leach, de un documento que resume las páginas arrancadas del diario de Carroll, y se inspira además en la publicación del diario auténtico en nueve volúmenes llevada a cabo por la también existente Sociedad Lewis Carroll, para tramar a partir de allí una ficción que atrapa al lector desde la primera página.
Un enigma policíaco condenadamente inteligente, abonado con paradojas del sentido, acertijos carrollianos y problemas filosóficos de gran calado, que va mucho más allá de la confortable lógica matemática. Una aguda reflexión sobre aquellos ingredientes dislocados, con sus posibles facetas siniestras,  con los que Carroll construyó su País de las Maravillas,  y que también pueden emerger en nuestra vida cotidiana.

Las claves de Wonderland

“Todo lo que sé es que algo vino sobre mí como un payaso de resorte y hacia arriba fui como un cohete espacial”, les dice Kristen desde la cama de hospital a Seldom y al narrador, cuando le preguntan qué es lo que recuerda del momento en que fue arrollada por un coche a altas horas de la noche. Sus palabras son una cita literal de la pobre lagartija Bill en Alicia en el País de las Maravillas.
Esta coincidencia involuntaria ofrecerá la primera clave de una serie de crímenes que no parecen responder a ninguna lógica criminal ni al sentido común ni a la razón, sino que siguen un patrón oculto en el universo del País de las Maravillas. Seguirá un asesinato cometido a través de un potente veneno, la aconitina, cuyo síntoma inmediato, por parte del intoxicado, es la sensación de agigantamiento de la cabeza y las extremidades, antes de una muerte lenta y dolorosa. Un efecto que recuerda el crecimiento desmesurado de Alicia cuando comió del bizcocho encantado.
Y por supuesto el famoso y popular grito de guerra de la Reina de Corazones en la novela de Carroll: Off with his head! (¡Que le corten la cabeza!) hará pronto su macabro acto de presencia.
Pero no son sólo estas las claves que deberán descifrar la dupla de matemáticos, el Profesor Seldom y el estudiante G, para resolver el misterio: la discusión de Humpty Dumpty sobre el lenguaje privado también será crucial. Y otro tanto el desafío lingüístico propuesto por Carroll con la frase “Hacer vivir a los muertos” (To make the DEAD LIVE): transformar la palabra dead en live por la sustitución consecutiva de una sola letra cada vez. O el código de encriptación inventado por Carroll, que será imprescindible a la hora de llegar hasta las últimas implicaciones de los asesinatos.
Además de las claves del País de las Maravillas,  Guillermo Martínez despliega en esta magistral novela otras referencias literarias, como el famoso cuento  Pierre Menard, autor del Quijote, de Jorge Luis Borges, El crimen de lord Arthur Savile de Oscar Wilde o La carta robada, de Edgar Allan Poe, entre otros.

Dramatis personae
(personajes principales)

Kristen Hill: Joven y ambiciosa becaria de Oxford, cuyo descubrimiento en los archivos de Carroll en Guilford desata los crímenes. Obsesionada por conservar la autoría de la revelación, quizá sea algo más que la víctima de un asesinato fallido.
Sir Richard Ranelagh: Experto en el escritor victoriano y autor de novelas de espionaje. Preside la Hermandad y su nada inocente título de Sir quizá desencadene la implicación del MI5 en el misterio.
Josephine Grey: Una de las biógrafas más reputadas de Carroll que más bien pertenece a otra época. Elegante y vieja dama un tanto frívola que se pasea en su Bentley con chofer y a quien la macabra trama divierte más que preocupa.  
Thornton Reeves: Miembro de la Hermandad y autor de la biografía más exhaustiva sobre Carroll. Es el tutor de Kristen y lleva muy mal las reservas de la joven becaria que se resiste a revelar su hallazgo.
Henry Haas: Inquietante académico de baja estatura y apariencia de Peter Pan envejecido, que se ha especializado en la faceta más polémica de Carroll. Es responsable de la edición de la correspondencia del escritor con sus pequeñas amigas y de la catalogación de sus perturbadoras fotografías.  
Raymond Martin: El miembro más veterano de la Hermandad y una de las figuras académicas de mayor prestigio. Su trabajo sobre los retruécanos, acertijos y paradojas lógicas en Alicia… es una obra de referencia. Sus observaciones serán de gran ayuda para Seldom y G.
Albert Raggio: Psiquiatra dedicado a la cronomedicina, autor de un trabajo sobre la deformación del tiempo en la obra de Carroll. Se ha sumado a la Hermandad quizá por razones personales, tras la trágica muerte de su pequeña hija, fanática de Alicia en el País de las Maravillas.
Laura Raggio: Psicóloga, esposa del anterior. Se ha especializado en el autor victoriano quizá por la misma motivación que su pareja. Es autora de un trabajo de referencia sobre la lógica onírica y el simbolismo de cada animal en Wonderland.  
Leonard Hinch: Editor del sello Vanished Tale (Historia desvanecida), que ha publicado la obra de Carroll y los trabajos académicos de la Hermandad, demasiado apegado a sus bombones. Está especialmente interesado en la publicación de los diarios del escritor, pero quizá oculte alguna actividad ilícita.
Petersen: El insistente y desconfiado inspector de Los crímenes de Oxfordvuelve a toparse con Seldom y G y, tal vez ahora, esté dispuesto a escuchar más atentamente sus reflexiones. Pero también es posible que se implique hasta extremos pocos ortodoxos en la investigación.
Anderson: El periodista del The Oxford Times, ex alumno de Lógica de Seldom, vuelve a cubrir, como en el año anterior, los nuevos crímenes que inquietan a la pequeña ciudad. Y quizá, en esta ocasión, su curiosidad profesional lo lleve demasiado lejos.
Rosaura: Hermana religiosa de notable fanatismo que asiste en el hospital a la convaleciente Kristen, tras el accidente. El control absoluto que despliega sobre la joven becaria hace saltar varias alarmas.

 Algunos extractos…

“–En ese caso quizá pueda hacernos un inmenso favor. –Se inclinó hacia adelante en el sillón y bajó un poco la voz–. ¿Escuchó hablar alguna vez de la Hermandad Lewis Carroll?”
“En una de las caras, según me lo describió, figuran fechas relativas a la vida de Alice Liddell a medida que se fue haciendo adulta: su casamiento, el nacimiento de sus hijos, su muerte. Del otro lado, hay una inscripción, escrita sin duda por alguien que arrancó la página, que resume lo esencial de lo que Carroll anotó ese día. Kristen me dijo que era una letra que ella conocía muy bien, la de Menella Dodgson, la mayor de las dos sobrinas. Siempre sospechó de ella como la censora oculta de los diarios y este papel parece confirmarlo.”
“Quizá todo sea cierto justamente por ser tan increíble: como si la carta robada de Poe estuviera no sólo a la vista, sino además en un sobre que dijera carta robada. ¿Les parece posible que ninguno de los biógrafos lo haya visto antes?”
“La discusión subió de tono y se llegaron a decir algunas cosas desagradables. Recordé una frase de Somerset Maugham, que repetía mi madre: El dinero no tiene ninguna importancia cuando lo tienes y una importancia absoluta cuando no lo tienes. Por primera vez vi, en esa gente que conozco desde hace años, un costado inesperado, contrapuesto a todo lo que siempre hemos afirmado sobre el desinterés de la Hermandad.”
“Me contó que está trabajando con unos papeles que encontró en los archivos de Carroll en Guildford, y que pensaba mostrar a la Hermandad al día siguiente. Pero que esos papeles no podían dañar a nadie. De ningún modo podía creer que la hubieran atacado por esto. Que no entendía muy bien por qué usted pensaba que alguien querría matarla.”  
“–¿Sabe qué es lo que me ocurre en el fondo? No consigo ver a ninguno de ellos como sospechoso. En las novelas policiales es fácil creer que todos pueden ser culpables, pero en la vida real ocurre casi al revés, nadie cercano nos parece convincentemente criminal.”
“La lógica estrictamente binaria de la religión, hubiera dicho Seldom: todo bien es una dádiva; todo sufrimiento, una prueba. Me contuve de decirle lo que pensaba yo por mi parte de un Dios que le salva la vida para dejarla así, y no pude evitar que se me cruzara por la frase de Stendhal: La única excusa de Dios es que no existe.”
“–La Hermandad siempre tuvo una actitud más bien cauta y benévola sobre esto, pero por lo que parece alguien, quizá un cruzado contra la pedofilia, piensa muy diferente y quiere poner blanco sobre negro con estos ataques su rechazo a la figura de Carroll.”
“–¿Quiere decir que quizá sea esa la serie? ¿Muertes basadas en escenas del libro de Alicia? ¿Crímenes arrancados del País de las Maravillas?”
“Creo que en definitiva lo que llamamos ‘sentido’ es una consecuencia inesperada y feliz de una falla lógica de nuestra especie: la inducción en unos pocos casos, la inferencia del concepto a partir de los primeros ejemplos.”
“–Pensé que era algo así como un castigo irónico y hasta de alguna manera justo. Morir ddentro de una serie lógica. Usted ya sabe por qué: tuve un recuerdo súbito de los crímenes del año pasado. Pero pensé también que si me tocaba verdaderamente ser un término de esta serie, quería al menos entender. Que esa foto me llegara a mí…  no parecía tener ningún sentido.”
“–Pero si fuera como usted piensa, ¿no estaría matando en cada caso al mensajero, como nos dijo Petersen?”
“–Es una conjetura –dijo Raggio, algo molesto y herido en su orgullo–. Y en cuanto a retorcido, querido inspector, podría decirle, variando apenas una frase de Lenin, que la psiquis humana tampoco es la avenida Nevsky.”
“¿Podía ser acaso que nuestro ciudadano X, como se llamó aquí, quisiera borrarnos a todos a la vez?”

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Jim & jhon