Título: EL FIN DEL HOMO SOVIETICUS
Autor: Svetlana Alexiévich
Editorial Acantilado
Nº Páginas.- 656
por Ángeles López.
La flamante premio
Nobel, Svetlana Alexiévich, ha dedicado toda su obra a desentrañar el andamiaje
interno de lo que ella denomina «el homo sovieticus»: para algunos un humano
trágico; para otros, un pasivo recipiente de mitología y propaganda. La
historia del «hombre rojo», que sigue existiendo aunque ya no exista el
«imperio rojo». ¿El motivo?: que todos contaban con una memoria única, la del
comunismo, y compartían una misma casa en esa evocación, a mitad de camino
entre cárcel y guardería.
En el delirante
laboratorio de pruebas que fue la Unión Soviética, se emprendió el más radical
experimento de ingeniería social ensayado en la Historia: transformar el caduco
Adán en una inédita tipología de hombre nuevo. Y lo consiguió... Al menos durante
más de siete décadas. De igual modo que intentó alterar el curso de los grandes
ríos de la Rusia ártica para que pudieran regar las estepas de Asia central o
trabajó en la desecación de la bahía de Kara Bogaz en el mar Caspio –como narra
Frank Westerman en «Ingenieros del alma»–, así pretendió formatear, para
reprogramar después, al nuevo ciudadano comunista. Figura condenada a
desaparecer a raíz de la desintegración de la URSS, a la que no le siguió
ningún proceso de Nuremberg a pesar de los millones de víctimas de las que se
responsabiliza al régimen. Los rusos no estuvieron preparados para afrontar con
garantías la revolución bolchevique –de ahí su fracaso y el desvío
totalitario–, pero tampoco lo estuvieron para el reto que supuso la Perestroika
de Gorbachov ni para la caída del régimen, la posterior disolución de la URSS y
la llegada de una deficiente democracia. Alexiévich explica a la perfección la
escasa experiencia democrática y de libertad que ha tenido su pueblo, habituado
a una verdad única.
Nos relata, sin
linimento, el fracaso colectivo de la utopía comunista y las numerosas
cicatrices que ha dejado en todas las repúblicas de su esfera, educadas en una
férrea ideología «estatalista» y totalitaria donde la libertad estaba bajo
sospecha. No ahorra miedo, ni sufrimiento, ni Gulag, ni asesinatos de Estado,
ni los graves asaltos a la naturaleza, ni miseria, ni tiranía. Maneja los datos
que el régimen archivaba escrupulosamente, lee los expedientes desclasificados,
habla con los científicos que trabajaron en los megalómanos proyectos, elabora
un riguroso trabajo de investigación sobre fuentes orales. Centenares de horas
de grabación de voces genuinas le permiten, ir más allá del periodismo –porque
no se conforma con la mera información–, pero quedarse un peldaño antes de la
labor de historiadora. Todo para dar voz a los actores del drama comunista a
través de una serie de relatos inclementes. Rumores de la calle, conversaciones
de mesa camilla, entrevistas con víctimas y testigos olvidados; los que se significaron,
los que callaron e intentaron olvidar, los engañados, los deportados, los
adeptos... Un mosaico que nos permite viajar a la pesadilla cotidiana de la
población de una sexta parte de la Tierra, durante y después del letargo
soviético.
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