72 páginas • 13 x 20 cm.
ISBN: 978-84-15601-87-6
PVP: 15.00 €
«Yo diría que nunca
me he encontrado, en los últimos años, con un producto de este tipo, tan
poderosamente amorfo, tan objetivamente magnífico».
Pier Paolo Pasolini
«Su poesía debe ser
sentida y comprendida simultáneamente. Hay que leer sin mirar atrás hasta
que te encuentras arrastrado por esta corriente, inmerso en una experiencia
psíquica de belleza, de poesía, y de un ritmo pulsante y confuso que oscila
entre el bien y el mal. La poesía de Rosselli no habla de la vida, la
supera».
Alessandro Polcri
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Amelia Rosselli
La libélula
Traducción de Esperanza Ortega
Amelia Rosselli es
una de las poetas más importantes del siglo xx. La crítica la compara con Paul Celan, Wislawa Szymborska,
Joseph Brodsky, John Ashbery o Sylvia Plath. Sin embargo, debido a su
acentuada singularidad, durante mucho tiempo fue ignorada por todos.
Rosselli nace en París, pero crece en diferentes países y en diferentes
lenguas: inglés, francés e italiano. Su obra estará marcada por esa
errancia. Escribirá siempre desde la condición de «extranjera», en un
balbuceo, en una lengua plagada de errores voluntarios y de neologismos,
sumida en la alegría suprema de quien ignora toda regla.
La libélula
es un poema fundamental, pues es la llave de entrada a toda la obra de
Rosselli. Aquí, por primera vez, aparece una obsesión que la perseguirá
hasta su muerte: la creación de un «delirante fluido de pensamiento
occidental». La libélula
es la búsqueda de un nuevo modelo métrico, de una música nunca antes
escuchada en la lengua italiana, la invención de otra respiración, de otro
ritmo. Es el poema de la revuelta, del lirismo extremo, de la liberación y
de la libertad absoluta. Avanza en un movimiento rotatorio semejante al
movimiento de las alas de una libélula, sobrevolándolo todo, liberándolo
todo: la gramática, la tradición literaria, las imágenes, los pronombres,
el ritmo, pero también el alma y el cuerpo de los lectores, en una espiral
delirante de belleza, en una ebriedad mística, como el encuentro cara a
cara con un dios en un tiempo de nihilismo. Rosselli dijo «rimar para otro
siglo», uno mucho más atento a la nueva lengua, a la nueva música que había
creado. Ese siglo, sin duda, es el nuestro.
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