Cuando no conviene abrir los ojos...
… Pero tampoco los puedes cerrar, porque hay que seguir leyendo, y pasando páginas. Y avanzando. Profundizando en conocer más a Gurney y a su esposa, Madeleine. Y cuanto más lo conoces, más quieres; y cuando más parece que se enreda la historia, más sencilla es. O eso parece. Pero entonces Verdon le da la vuelta a la historia. Otra vez. Como en Sé lo que estás pensando. No, mejor aún, más hábil todavía, si eso es posible. Cierra los ojos, abre las páginas y sólo podrás disfrutar mientras duren, que no será mucho.
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