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Tenemos el placer de compartir con ustedes dos escalones muy especiales de la Colección Precursores, las novelas Él y Ella, de Mercedes Pinto, una de las figuras intelectuales de las letras hispanas más activa y comprometida del siglo XX, una mujer obligada a exiliarse por pronunciar en plena dictadura de Primo de Rivera su discurso EL DIVORCIO COMO MEDIDA HIGIÉNICA. Esta pasionaria canaria habla por primera vez con voz propia después de su muerte. Adjuntamos dossier de prensa con la esperanza de que se dejen cautivar por la personalidad arrolladora de esta mujer que empieza a ocupar ahora el puesto de honor que le corresponde en la historia de nuestras letras.
Cordialmente,
E.E.
Él, de Mercedes Pinto
«Segura de aciertos e innovaciones» la calificó Pablo Neruda
en los versos que la despiden en su lápida
Luis Buñuel se inspiró en esta novela para su película homónima del año 52, considerada una de las mejores de su etapa mexicana
Delicada, contundente, sutil y destructiva es la novela Él, donde se narra en pequeños cuadros la vida de la protagonista al lado de su esposo, un hombre esquizofrénico y violento que la mantiene encerrada.
Sin añadidos morbosos, ahonda en el alma de una mujer que vive en una sociedad pacata que ve con malos ojos (perspectiva que también comparte su madre) las ligeras críticas que esboza contra su marido. No dispuesta a resignarse a la resignación, que es el consejo general, decide tomar las riendas de su vida.
Esta novela se publicó en el año 26 del siglo xx. La escribió antes; de hecho, estaba lista para ser publicada, pero tuvo que marcharse antes de que eso ocurriera. No hace falta contextualizarla para captar el valor que supuso para la autora no sólo pensar, sino actuar en consecuencia de estos pensamientos, pero si se engloba en los parámetros que regían la sociedad de entonces, no tan distintos a los de ahora, eclosiona la calidad literaria de esta escritora, así como la humana, en una edición que por fin hace mérito a su talento.
Mercedes Pinto vive en el viento de la tempestad,
con el corazón frente al aire.
Enérgicamente sola,
urgentemente viva.
Segura de aciertos e innovaciones,
temible y amable en su trágica
vestidura de luz y llamas.
Pablo Neruda
Ella, de Mercedes Pinto
«Segura de aciertos e innovaciones» la calificó Pablo Neruda en los versos que la despiden en su lápida
Mercedes Pinto era mujer, intelectual, exiliada, canaria y republicana. Tuvo la osadía de pensar diferente, y el valor de actuar en consecuencia. Prefería a José Martí antes que a las colonias españolas, a Mateo Morrals antes que a los reyes contra los que atentó en 1906. No son precedentes que faciliten entrar en el círculo de los privilegiados. Pero ése es el exacto lugar que le corresponde.
¿El genio nace o se hace? Ella abarca los primeros veintitantos años de la vida de Mercedes Pinto. Su infancia feliz en Tenerife, arropada por una familia pudiente, respetada y amante, sus incursiones en la religión, en la poesía; las primeras dudas que se despiertan en su inteligencia de niña precoz y vital; los tanteos amorosos; las injusticias; las bajezas humanas. Su matrimonio con Juan de Foronda, al que dedicó el libro Él, que inspiró la película homónima de Luis Buñuel. Pinto nació con genio, y dedicó la vida a fomentar el suyo, y a sembrar en los demás la inquietud para hallarlo en ellos mismos.
Ella narra la situación previa a la catarsis que convirtió a Mercedes Pinto en un personaje a la altura de Gertrude Stein o Pablo Neruda.
Mercedes Pinto nació en La Laguna, Tenerife, en 1883. Allí se casó con el que sería el inspirador de su novela Él, un hombre que padecía de serios problemas mentales y la maltrataba. Con poco más de veinte años lo abandonó y se marchó a Madrid, donde inició su amplio y valiosísimo recorrido cultural. Amiga, entre otros, de Ortega y Gasset, Unamuno y Carmen de Burgos, fue una de las participantes más activas del Ateneo y la Residencia de Estudiantes.
En el año 1923 lee en la Universidad Central de Madrid su ponencia El divorcio como medida higiénica, que supuso un serio golpe a la hipócrita moral de la dictadura de Primo de Rivera, quien la condena al destierro. Antes de que eso sucediera, se marcha a Uruguay, primera parada de su periplo sudamericano. Sólo regresará a España en contadas ocasiones.
Defensora de la cultura para los pobres, de la igualdad para las mujeres, de los judíos amenazados por los nazis, izadora de ateneos y casas de estudiantes al modo madrileño, Mercedes Pinto también vivió en Cuba, Chile y, sobre todo, México, donde está enterrada.
RESUMEN DE ÉL
Sin duda, segura de aciertos e innovaciones, como dijo Pablo Neruda, como ha quedado grabado en piedra en la lápida de Pinto en México Distrito Federal. No es novedad hablar del maltrato, no es novedad aunque sea cotidiano, aunque la mujer se siga llevando la peor parte, aunque siga siendo ella la que tiene que huir. No es novedad, y tampoco es la piedra angular de Mercedes Pinto, aunque entonces fuera incluso escandaloso que una mujer hiciera pública una situación doméstica. Ése sólo fue el punto de partida para irse, para correr las aventuras que soñó de niña. Y las mejoró. Infinitamente.
Él, novela dividida en tres capítulos (Invitación al dolor, el prólogo que adjunta; Él..., el desarrollo de la novela; y Plegaria a la luz, el colofón), se publicó por primera vez en Uruguay en el año 1926. La tenía escrita y preparada desde 1923, pero su huida de España bajo la amenaza de expulsión por leer El divorcio como medida higiénica (documento que se adjunta a esta novela) en el paraninfo de la Universidad Central de Madrid ante el príncipe de Baviera, entre otros señores (todos señores), le impidió verla publicada en su país. Ésta fue la consecuencia de su participación en un mitin sanitario: reunión con Primo de Rivera, decepción del dictador, pasaporte para Uruguay, primera parada de su inmenso periplo americano, tan inmenso que duró toda la vida. Las palabras que dijo entonces, como afirma Alicia Llarena, una de las mayores conocedoras de este personaje, siguen teniendo absoluta vigencia casi un siglo después.
En esta primera edición se recogía una aclaración de la autora, que explica los cuatro apéndices que la acompañan, y de los que hemos prescindido en esta edición. Son los siguientes: A guisa de prólogo, del abogado Jaime Torrubiano Ripoll; Ante-libro, del profesor de psiquiatría Santín Carlos Rossi; Epílogo, del doctor Julio Camino Galicia, coronel médico director del Departamento de Alienados Militares en Carabanchel; y Una opinión final, del abogado y poeta Alberto Valero Martín. «Preguntados quedan» aclara Pinto «católicos, ateos, librepensadores...». Tanto sabía que su punto de vista no era el punto de vista que necesitaba refuerzos externos y valorados socialmente.
Por una serie de desafortunadas carambolas, Pinto se casó con Juan de Foronda, abogado y paranoico, hombre triste que buscaba sorber la alegría de su esposa. Y la sorbió. Pero no del todo. En ocasiones dispuesta a la resignación, pues ésa era la recomendación general ante su situación, en ocasiones todavía preguntándose, como en su luna de miel, «¿es esto estar casada?» mientras la camarera de la habitación del hotel le restañaba los golpes, en ocasiones hallando fortaleza de la persona inquieta, valiente, inteligente y posiblemente imprudente que nació en el seno de una familia tinerfeña acomodada, católica y culta. Tras una década de encierros, mordazas, sospechas, puñetazos, amenazas (es terrorífica la parte en la que Él ve en los ojos de su hijo los de su mujer, y le miran mal, y quiere cerrarlos), consigue internarlo en un manicomio, donde le diagnostican paranoia. En la novela Ella, que acompaña a este libro en su lanzamiento a nivel nacional e internacional, se explica con mayor detenimiento ese calvario.
Lo meritorio de este libro, además de lo meritorio de quien lo escribe, que es tanto, es el hallazgo literario de los pequeños fragmentos, cuadros cotidianos en los que traza un retrato certero del estado de su alma, de la de su esposo, de quienes los rodean. Pinceladas en las que las truculencias están ausentes: cuando las palabras están bien escogidas, es innecesaria la sangre para marcar una herida.
RESUMEN DE ELLA
Publicado en 1936 en Chile, Ella recoge los primeros compases de la niña Mercedes Pinto Armas de la Rosa y Clós, nacida el 12 de octubre de 1883. Despierta e inteligente (“ojalá hubiera sido varón”, dicen los amigos), huérfana de padre, a quien no recuerda pero que es su viva imagen, vive en el nido de una familia acomodada y culta, con su madre, su abuela (la gran matriarca), sus tías y su hermana pequeña. Con una personalidad arrolladora desde el principio, mete a su familia en compromisos cuando mezcla sirvientes con señores, cuando suspira de amor por un poeta a los seis años, cuando prefiere los ojos tristes y llanos de José Martí antes que vituperarlo por haber hecho perder a España su última colonia de ultramar, cuando pide, en el rosario vespertino, una oración por Mateo Morrals, el anarquista que atentó contra Alfonso xiii, cuando plantea cuestiones incómodas sobre la escalera de poder de la iglesia católica. El genio con el que nació Mercedes Pinto pudo desarrollarse libremente, porque ella le dio alas. Sólo los castigos, las penas y las ausencias conseguirán doblegar un poco el espíritu apabullante de esta niña.
En Ella se habla de amor, de infancias felices, de azoteas plagadas de jazmines, de criadas que acompañan a las señoritas, de la junta de caridad de las señoras católicas que obligan a besar crucifijos a los moribundos, de lecturas, de las primeras obras de teatro que Pinto escribió y representó en el salón de su casa, de las correrías con su hermana, de viajes en barco, de aventuras imaginarias del capitán Grant, de príncipes que matan dragones, de puestas de largo. Pinto se analiza a sí misma, se reconoce en la niña que fue, cuando su vida parecía perfectamente delineada. Habla de sus novios, de cartas secretas, del consolador silencio de las iglesias, de las murmuraciones insanas de la alta sociedad, de las tentadoras luces del teatro, de la rigidez de una abuela que sabe que sobre ella pende el juicio que los demás hagan de las que tiene a su cargo, de los rituales de balcón de los noviazgos, de su hermana que se casa y se va, de su desesperación...
En Ella se habla de conocer a un hombre oscuro que le inquieta, y que por tristes carambolas resulta su marido, el abogado y paranoico Juan de Foronda (nombre que nunca se utiliza en la novela, es sólo él), con quien convive durante diez años, del que tiene tres hijos, con el que viaja a Madrid para internarlo en un manicomio, del que huye porque quiere acabar con ella y quedarse con los niños.
En Ella se habla de alguien con todas las de perder (“Yo soy mujer y además no soy rica; dos grandes inconvenientes para que se pueda obtener justicia en la vida”), que busca en el laberíntico centro de Madrid de los años 20 un lugar en el que esconderse, donde sus hijos estén protegidos de las amenazas de su marido y acólitos, se habla de abogados que comprenden su situación y que poco más que comprensión pueden darle, de un pasante de abogado que la mira como si la quisiera y que tiempo después (esto ya no aparece en Ella, es historia) será su segundo marido, el que la acompañará en su exilio americano.
En Ella, en suma, se habla de una mujer que superó obstáculos, que miró a los más débiles (las mujeres, los campesinos, los obreros, los analfabetos) y quiso compartir con ellos su fortaleza. Que encontró piedras en el camino y las deshizo con su oratoria. Que fue pedagoga, poeta, dramaturga, locutora de radio, creadora de grupos de teatro, oradora, periodista. Que tenía un sentido del humor exquisito. Que vivió 93 años y que los primeros veinte, los que se recogen en Ella, son el caldo de cultivo para la eclosión que tuvo lugar después, lejos de su tierra natal, a la que sólo regresó en contadas ocasiones.
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