LA FIGURA DEL MUNDO,
EL ÚLTIMO LIBRO DE JUAN VILLORO.
UN LIBRO CLAVE EN LA OBRA DEL AUTOR.
Premio Gabo 2022
Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2018
Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2012 por el conjunto de su obrar
Premio Herralde de Novela 2004 por por El testigo
El escritor mexicano evoca a su padre, el pensador Luis Villoro, en un libro que trenza recuerdos personales, crónicas y una lúcida reflexión acerca de los vínculos entre padres e hijos y los límites de la memoria y la escritura.
Juan Villoro está disponible para entrevistas:
Miércoles 24 de mayo en Madrid y Jueves 25 de mayo en Barcelona.
Publicación: 18 de mayo de 2023
Casi una década después de la muerte de su padre, Juan Villoro emprende un ejercicio de memoria en torno al pensador Luis Villoro. La figura del mundo no es un ajuste de cuentas ni una alabanza, ni mucho menos un minucioso estudio biográfico, sino el relato de un hijo que evoca a su progenitor recordándolo antes como padre que como filósofo. Un rol, sin embargo, no excluye al otro en la existencia de un hombre que, ensimismado muchas veces en sus pensamientos, parece estar en otro mundo mientras a su alrededor la familia aprende a asumir como normal el aire ausente de una figura paterna que trama los afectos de la manera y en los lugares menos esperados.
Abarcando diversos episodios de la vida de Luis Villoro, los recuerdos del hijo se remontan al México de las revueltas de 1968, cuando él es un niño de doce años y su padre, docente universitario, es testigo indirecto de los sucesos que envuelven a la Masacre de Tlatelolco. La suerte de contarse entre los supervivientes lo conduce a un silencio que solo puede ser roto, décadas más tarde, por un hijo que necesita recomponer el retrato del padre con todas sus contradicciones . La memoria de aquellos días convulsos que marcan a la generación de Juan Villoro, se entrelazan con las escenas de unos juegos olímpicos a los que ambos asisten gracias al inesperado fervor deportivo del pensador. De la infancia llega también el recuerdo del futbol, los nervios en el estadio y tantos partidos compartidos en los que el padre no hace más que fingir interés para dar así rienda suelta a la pasión de su hijo y estrechar un lazo paterno-filial cuya profundidad se irá demostrando con el correr de la vida. La nostalgia por la Barcelona natal se desliza, a su vez, en un relato que sigue el recorrido del intelectual desde sus primeros pasos en el parque de la Ciudadela de la Ciudad Condal, pasando por los años de adolescencia en un internado jesuita de Bélgica, hasta llegar a sus viajes a Chiapas, cuando casi octogenario se une al movimiento zapatista. El académico de izquierdas que apunta sus cuentas personales en El capital y se desprende con soltura de la herencia familiar donando dinero a conocidos y extraños, deviene en el final de su vida un firme defensor de la democracia directa y la inclusión de las diversidades culturales, encontrando en la reivindicación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional una causa a través de la cual poder echar raíces finalmente en la tierra del exilio.
Desde la mirada del hijo, la semblanza del pensador y su trayectoria pública es también el retrato de un hombre que comienza a conocer a sus hijos el día en que se divorcia y tiene que convivir a solas con ellos; y que en su firme afán de no concederse demasiado protagonismo acaba provocando, más de una vez, tragicómicos enredos familiares. En el recuerdo de las tardes de futbol, las anécdotas domésticas, las respuestas que caen en forma de pregunta, el estoicismo con el que se supera un derrame cerebral, las historias de amores truncados y otros que se prolongan en silencio una vida entera, y las discusiones de ribetes éticos en las que inevitablemente el filósofo vence al escritor, Villoro reconoce un legado cuyo sentido solo puede ser descifrado a través de la escritura. Narrar al padre en todas sus contradicciones y su humana imperfección se convierte entonces en una forma de entenderlo y entenderse en él.
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