José Luis Álvaro Bonet
José Luis Álvaro Bonet (Madrid, 1958) estudia en el instituto San Isidro de Madrid y desde muy joven comienza a escribir. Recibe varios premios menores, entre ellos, en 1977, el «Nueva Acrópolis» por su cuento «El regalo de primavera». Durante años sigue escribiendo y colaborando esporádicamente en periódicos y revistas, pero sin tiempo para publicar. Trabaja en Madrid, Argel, Málaga, Alicante, Helsinki, Ponta Delgada, La Valeta y finalmente en Palma de Mallorca, que es donde reside actualmente. Al cumplir 58 años, «alcanzados sus últimos objetivos profesionales», decide parar y sentarse a contar lo visto, lo de antes y lo de ahora.
Un patio en Carabanchel y otros relatos es una mirada amable y divertida a un tiempo y un país en el que casi todo nos pasaba en un barrio de las afueras de cualquier ciudad.
Un patio en Carabanchel y otros relatos
En los relatos de Un patio en Carabanchel nos encontramos con personajes y situaciones que forman parte de nuestra memoria sentimental: unos ancianos que ven alterada su apacible vida por la llegada a su residencia, en el Alto Aragón, de un personaje sospechoso de corrupción, convirtiéndose inesperadamente en detectives aficionados; unos niños que juegan, pelean e intercambian cromos en el patio de vecinos en medio de las toscas trifulcas de sus padres; unos vecinos que buscan pasar un día feliz, alejados de su triste rutina, en el pantano de San Juan; un niño que lucha por salvar la vida de un pollo al que engordan para la cena de Nochebuena; unos juerguistas que cuelgan del campanario a un amigo como fin de fiesta; dos indianos que ostentan su riqueza en una progresiva y absurda competición; una herencia que desvela la mezquindad de los familiares cuando aparece un broche de piedras preciosas; un guardia civil que recibe una notificación ministerial donde se le informa de que no es un varón, viéndose incapaz de oponerse a la ciega autoridad o un hombre maltrecho y perdedor, acostumbrado a la violencia y el maltrato, que huye de cualquier atisbo de piedad por miedo o desconfianza y solo encuentra el calor del afecto en un perro.
Los personajes que bullen por las páginas de la colección, con su aleteo tenaz y su pecho henchido de volar por un cielo tan pequeño como el de la España de aquellos años, trazan con sus vidas una sombra entrañable, suavizada por el humor, de aquella realidad áspera y dolorosa en la que, de vez en cuando, crece la amistad como una frágil e inesperada flor blanca.
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