Y menudo continente: es colosal y completamente único. Allí la naturaleza siguió su curso sin intervención del ser humano, lo que tuvo como consecuencia una riqueza inimaginable y abrumadora de especies y formas de vida. Como el Octopossum leucostolum, una especie de pulpo y oso hormiguero al mismo tiempo, o el Tucanogemina carcinoforma, una mezcla de tucán y cangrejo.
El explorador Raoul Deleo descubrió Terra Ultima después de varios años de búsqueda. A través de dibujos coloridos y detallados, nos presenta sus expediciones y los maravillosos animales, plantas y paisajes que encontró. Las anotaciones de su diario dan testimonio de las privaciones que hubo de sufrir, y de los encuentros extraordinarios que pueden deparar los viajes.
Terra Ultima ya ha generado un enorme revuelo en el ámbito de la ciencia, y ahora todo el mundo puede llegar a conocer el continente desconocido. El colega explorador y biólogo Noah J. Stern ha tenido acceso al archivo de Deleo, y ha llevado a cabo una selección tanto de sus láminas como de sus apuntes para que todo el mundo pueda formarse una imagen fidedigna de este continente nuevo y fascinante.
La única pista que ha dado Deleo sobre su ubicación fue nueve años antes de descubrirla: «Debemos buscar Terra Ultima entre Alaska y Asia. Hay que poner rumbo desde el mar de Chukotka hacia el mar de Beaufort y, a continuación, ir con la mira puesta en el golfo Delta». Como broche de oro, Deleo eliminaba cualquier posible resto de ambigüedad: «Desde allí, no hay manera de perderse».
Sobre las dimensiones de Terra Ultima no puede afirmarse nada con seguridad basándose en el archivo, salvo que el continente es enorme. En sus anotaciones, Deleo se refiere a «horizontes inmensos» y cadenas montañosas «que se extienden hasta donde la vista alcanza». Abandonó un intento de medir una franja costera al cabo de seis semanas y ochocientos cuarenta y dos kilómetros. «Es cosa de locos, como encontrar una aguja en un pajar», garabateó en su diario. |
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