La ciudad somos nosotros
La historia de Hulda Gold, la comadrona de Winterfeldplatz, se me ocurrió un día de primavera cuando paseaba por mi barrio, en Berlín. En la calle donde trabajaba florecían los cerezos con un atrevido color rosa, el aire olía al inminente verano y todo parecía estar maravillosamente tranquilo. Y, sin embargo, los viejos edificios y sus patios traseros daban testimonio del aspecto que debía de tener cien años antes. Por aquel entonces no era elegante vivir en esa zona; para gran parte de los residentes resultaba difícil, gris y estaba lleno de privaciones. Ese día también vi, camino del metro que me llevaba al trabajo, a algunas personas que dormían sobre restos de cartones en el parque. Y desee que alguien los cuidara, entonces al igual que hoy, que se acercase a ellos. La ciudad somos nosotros. Y Hulda Gold es una de las nuestras. – Anne Stern |
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