Un feroz relato político del mayor historiador de la Comuna de París
París, 18 de marzo de 1871. La clase trabajadora de la capital francesa, indignada por su falta de poder político y cansada de ser explotada, tomó el control de la ciudad. Rechazando cualquier intento de imponer un nuevo régimen monárquico en Francia, el pueblo parisino ganó en las barricadas el derecho a elegir su propio destino. Así nació La Comuna de París, un apasionante experimento revolucionario que, ondeando la bandera roja, en pocos meses logró sustituir el ejército por una milicia ciudadana, acabar con la injerencia eclesiástica en los asuntos estatales, introducir el derecho universal a la educación y reconocer a los funcionarios públicos el mismo salario que percibían los trabajadores. Pero aquel excepcional acontecimiento político, reconocido como la primera revolución genuinamente proletaria, duró dos meses. En mayo de 1871 las fuerzas represoras desataron una ofensiva sin precedentes sobre la capital. Un baño de sangre que costó la vida a decenas de miles de franceses. El periodista Prosper-Olivier Lissagaray, que luchó por la Comuna en las barricadas, dedicó los siguientes veinticinco años a profundizar en los hechos y a entrevistar a los supervivientes en el exilio. Eleanor Marx (pareja del autor e hija de Karl Marx) recopiló y tradujo al inglés su trabajo, permitiendo su difusión al estar prohibido en Francia.
Historia de la Comuna de París de 1871 refuta las calumnias dirigidas a los comuneros por las clases dominantes, narra los grandes logros alcanzados por la revolución y el valor de las mujeres y hombres que dieron su vida por la causa de la libertad.
«Lissagaray escapó de las ejecuciones en masa, los juicios militares, las prisiones de los pontones de Brest o las deportaciones a la Guyana. Consiguió esconderse en casa de una prostituta y luego cruzó a Bélgica, y de ahí a Inglaterra. En Londres, uno de los puntos de reunión entre los exiliados era la casa de Karl Marx, de la que Lissagaray se convirtió en asiduo visitante. […] Lissagaray regresó a París tras la amnistía de 1880 y fundó el periódico La Bataille, «que pertenecerá a todos aquellos que persiguen la supresión de clases con la llegada de la clase obrera.» Del Prólogo de Eric Hazan |
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