La vida de Nerea pende de un hilo muy frágil. El último golpe lo encaja en un hospital: la memoria de su madre ha quedado severamente perjudicada y prácticamente no recuerda nada.
Nerea vive absorbida por un trabajo que ya no disfruta, lamenta no poder dedicarle a su hija el tiempo que merece y últimamente siente que su matrimonio empalidece. Ahora además arrastra el peso de la culpa por no haber podido detectar a tiempo la crisis que sufre su madre y se ve acorralada por una historia turbulenta del pasado. El precario equilibrio que la sostenía se rompe.
Durante las largas esperas en el hospital advierte que su madre se aferra a un recuerdo que la desmemoria no ha podido barrer. Así descubrirá Nerea un episodio fundamental de la vida de su madre, al tiempo que se ve obligada a enfrentarse a su propio pasado.
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