Almuzara presenta Fichados, de Gabriel Carrión
Un libro que desvela las fichas policiales más secretas del régimen franquista
Se trata de notas y documentos que no deberían existir y cuyos originales obran en poder del autor
16 de diciembre de 2020.- Fichados es el título del nuevo libro que acaba de publicar la editorial Almuzara. Una obra de Gabriel Carrión López en la que salen a luz, veinticinco años después, las fichas policiales más secretas del régimen franquista.
Se trata de notas y documentos, que no deberían existir y que obran en poder el autor, en las que se recogen fechas, nombres y archivos policiales de cuantos eran considerados un peligro para el régimen; una labor realizada por La Brigada de Investigación Social creada durante la dictadura.
Personas hoy activas y de gran notoriedad como Roures, actual propietario de la Sexta y Diario Público; Adolfo Domínguez, diseñador de moda; Pío Moa, investigador de temas históricos y escritor español; Javier Iglesias, padre del actual Vicepresidente de Gobierno; Montserrat Comas, vocal del Consejo General del Poder Judicial desde 2001 a 2008; Conde Pumpido, consejero nato del Consejo de Estado; Montxo Armendáriz, cineasta; Pedro Arriola, asesor de Rajoy y marido de Celia Villalobos; Ernest Lluch, Ministro de Sanidad y Consumo con Felipe González; así como numerosos periodistas y actores de reconocido prestigio fueron fichados, entre otros muchos, por La Brigada, tal y como se recoge en este libro de Gabriel Carrión, quien a lo largo de los distintos capítulos muestra algunos de los documentos oficiales de sus fichas policiales.
En dichos documentos se detallan los seguimientos a dichas personas y se incluye información relevante de los investigados dando cuenta, entre otros datos, de las reuniones y congresos a los que asistían.
La Brigada de Investigación Social, conocida por la oposición antifranquista como “La Social” o “La Secreta”, dependía de la Dirección General de Seguridad. Durante el régimen, una obsesión de la citada dirección fue el de controlar la subversión. Para ello crearon un servicio de seguimiento a activistas y desafectos al franquismo, tanto en España como en el exterior, estableciendo relaciones con centrales de inteligencia de otros países.
Quien entraba a formar parte del archivo de la Secretaría General era carne de cañón. Podía ser detenido en cualquier momento, nunca se borraban sus antecedentes, hiciera lo que hiciese, y no tenía acceso a puestos dentro de la administración a menos que claudicara de sus ideales y dejara constancia de su arrepentimiento.
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