CUANDO A PATROCLO vieron muerto, al joven Patroclo, tan hermoso, tan fuerte, los caballos de Aquiles rompieron a llorar ante la prepotencia de la muerte. Y la ira y el llanto se adueñaron de su naturaleza inmortal, y golpeaban el suelo con las patas, lamentando la suerte de Patroclo o, más bien, de lo que fue Patroclo, porque ahora no era más que un montón de huesos camino de la Nada. Considerado el poeta griego que más ha influido en la literatura contemporánea, la poesía de Constantino Cavafis parte de la experiencia íntima de su autor, pero hunde sus raíces en la historia de la cultura grecolatina. Con ironía muy tamizada, cuestiona con elegancia la decadencia del poder y evoca con nostalgia las glorias del pasado. El poeta Luis Alberto de Cuenca, que ya se había acercado a Cavafis con su celebrada traducción de Esperando a los bárbaros, visita de nuevo su obra para trasladar al español otros diecinueve poemas fundamentales del escritor de Alejandría. La selección, completamente arbitraria, tiene el denominador común de que las veinte piezas elegidas son auténticas obras maestras. |
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