Ópera prima del autor, publicada en 1934, galardonada con el premio para jóvenes autores inéditos que la Fundación para la Literatura y el Arte Rey Carol II comenzaba a otorgar ese año, En las cumbres de la desesperación (Pe culmile disperãrii) nos remonta al drama inicial que el propio Cioran refiere como el «fenómeno capital», el «desastre por excelencia», el cataclismo mayor que puede acaecer sobre una existencia.
«El insomnio es una lucidez vertiginosa que convertiría el paraíso en un lugar de tortura. Todo es preferible a esa vela permanente, a esa ausencia criminal de olvido. Fue durante esas noches infernales cuando comprendí la inanidad de la filosofía. Las horas de vigilia son en el fondo un interminable rechazo del pensamiento por el pensamiento, es la conciencia exasperada por ella misma, una declaración de guerra, un ultimátum infernal del espíritu a sí mismo», declararía décadas más tarde en su prefacio a la expurgada edición francesa.
«No amo sino la explosión, y considero que el único período de mi vida que puede calificarse de heroico es el de mi primer libro rumano Pe culmile disperãrii: a cada momento sentía que el momento siguiente bien podría no tener jamás lugar. Si hay algo de inexplicable en mi existencia, es el hecho de haber podido sobrevivir a tanta fiebre, éxtasis y locura. Ninguna camisa de fuerza hubiera sido lo bastante sólida para resistir a mi delirio. Tenía poderes sobrenaturales, y era la más débil criatura al mismo tiempo. Temblaba noche y día, difundía en mis palabras y en mis gestos mi falta de sueño, prodigaba mi desasosiego, sudaba mis terrores».
Diciembre de 1968
Cioran. Cahiers (1957-1972). Gallimard, París, 1995, p. 776.
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