Londres, 1891. Una oleada de secuestros de niñas, algunas de ellas relacionadas con las primeras personalidades políticas, resulta ser sólo un signo más de la cadena de acontecimientos que amenaza con el desplome del país más importante del mundo. Rambalda, hija del lord canciller, está dispuesta a sumergirse en lo más profundo de los bajos fondos por encontrar a su hija, por lo que contacta con un viejo conocido, Cox, que se gana la vida robando en las tumbas, para que encuentre a un compañero de oficio relacionado con el rapto de la niña. Juntos recorrerán un mundo victoriano que se nos habían ocultado hasta ahora: el Jardín Zoológico de Aclimatación Hagenbeck, en el que se exhiben nativos de todo el mundo como si fueran animales en reclusión, el más perverso de los teatros de variedades, cementerios de prostitutas, la primera huelga de berlinas de alquiler, las singularidades de la prisión infantil de Newgate, las infernales jornadas de los obreros de la fábrica de gas de Westminster, el interior de algunos de los más míseros hogares, pero también los primeros grandes almacenes y sus servicios exclusivos para las clases más acomodadas. Al mismo tiempo, el profesor James Moriarty deberá usar los hábitos investigativos de Sherlock Holmes para encontrar a un cómplice desaparecido, mientras el detective consultor empieza a considerar la posibilidad de usar los métodos coercitivos del profesor James Moriarty para hacer frente al más extraño de los casos a los que se haya enfrentado.
Juan Ramón Biedma desarrolla con ritmo vertiginoso las diferentes tramas que componen este apasionante viaje al centro de la era victoriana. Desde las habitaciones de la reina a las callejuelas de Limehouse, la metrópolis es el marco en el que dos atormentados genios, Holmes y Moriarty, mueven las fichas del que saben que será su último desafío. A partir de El problema final, Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado ocupa un lugar único en el imaginario holmesiano, ya que recrea todo lo que Conan Doyle dejó fuera de foco, oculto por la pertinaz niebla.
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