2014 Centenario Romain Gary
Próxima estación: final de trayecto
A sus 59 primaveras, el industrial Jacques Rainier ha encontrado su segunda juventud en los brazos de la joven Laura, de 22 años. Diferencia de edad que no representa ningún obstáculo para su amor, hasta que ese diablo de Jim Dooley, álter ego americano del protagonista, viene y le hace partícipe de su propia angustia.
Esta novela es un libro sobre el declive físico y económico de un hombre. Los negocios de Jacques Rainier caen en picado al mismo tiempo que su líbido, justo cuando más la necesita para satisfacer a su joven novia. Sin embargo, la buena de Laura no le exige ninguna proeza ya que está enamorada de su Príncipe Rainier y no deja de mostrar su rechazo por todos aquellos que no aceptan su relación por diferencias de edad inmorales o por no ver en ella más que una relación de conveniencia. Si el tema de la novela puede parecer trivial, sobretodo en los momentos donde se describen los aspectos laboriosos y técnicos, incluso tragicómicos, que conciernen a todos los problemas que provoca el mal funcionamiento sexual del protagonista u otras deficiencias puramente fisiológicas, este libro es también, sin ningún lugar a dudas, una novela de amor.
Gary juega con brillantez en los dos terrenos, sexo y dinero, con un cuarto de siglo de ventaja sobre Houellebecq y su teoría de la extensión de los dominios de la lucha, y se muestra pródigo en el manejo de la simbología que gravita entorno al mito de la sacrosanta virilidad. Romain Gary estaba en plena posesión de sus facultades literarias en el año de la aparición de este relato sobre la derrota del macho occidental, sobre el amor a contracorriente, sobre la Decadencia del País que soñó y al que ayudó a soñar y que marca el advenimiento de un autor surgido de nadie sabe dónde: un tal Emile Ajar.
«Una novela de amor emocionante que se lee de un tirón» El País
«Romain Gary es mi autor preferido. Su obra y sus historias me conmueven más que las de ningún otro» Joël Dicker
Romain Gary
Personaje polifacético: escritor, diplomático, cineasta, héroe de la FRANCIA LIBRE, Romain Gary confiesa su inclinación por las «bromas y engaños». Fabricante de títeres, creador de personajes ambiguos, inventor de fábulas con doble sentido, manejó los engranajes del oficio desde la distancia para juzgar el efecto producido, gustándose de seducir y sorprender. Forzó el arte de la prestidigitación hasta crearse secretamente un doble, ese Emile Ajar laureado con el Premio Goncourt, que hace de Gary el único escritor que recibe dicha recompensa dos veces bajo nombres diferentes. El 8 de mayo de 1914, en Wilno, Lituania, nace Romain Gary. Será educado por una madre que deposita en él grandes esperanzas. «Cosaco algo tártaro con aire judío», llega a Francia, a Niza, con 13 años, en el Transiberiano de Blaise Cendrars, para, unos años más tarde, encontrarse con su Petite Jeanne de France. Estudia derecho, se enrola en la aviación, termina la guerra como camarada de la Liberación y comandante de la Legión de Honor. Como tantos otros, es adoptado por Francia para convertirse en todo aquello que los franceses querrían ser y representarles como icono de su cultura. El éxito de su primera novela, Education européenne, Prix des Critiques, 1945, coincide con su entrada en el Quai d’Orsay. Desempeña sus labores diplomáticas en Sofía, Berna, Nueva York (portavoz de su gobierno en época de guerra fría y patatas calientes) y Los Ángeles (donde Hollywood le puso su alfombra roja). No deja, sin embargo, de escribir. Les racines du ciel recibe el Premio Goncourt en 1956. Deja la diplomacia en 1961. Tras una recopilación de relatos, Gloire à nos illustres pionniers, 1962, y una novela emblemática, Lady L, 1963, se adentra en las grandes sagas: La Comédie américaine, Les mangeurs d’étoiles y Adieu Gary Cooper, 1969, La danse de Gengis Cohn, 1967, La tête coupable, 1968, Charge d’âme, 1977. Después del trágico final de la actriz Jean Seberg, su esposísima entre 1962 y 1970, aquella actriz icono de la nouvelle vague que inmortalizarían al unísono Jean-Luc Godard, François Truffaut y Claude Chabrol en À bout de souffle (y que para desgracia de los franceses pusiera de moda un peinado que sólo le sentaba bien a ella), Gary deja entrever su angustia ante el declive y la decadencia en Próxima estación: final de trayecto, 1975 (Demipage, 2014). En este libro, el autor da forma a sus pensamientos sobre la pérdida de los Grandes Valores de LA FRANCIA.
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