novedad abril
María República
Agustín Gómez Arcos
Francia pronto reconoció la maestría de Gómez Arcos, y sus novelas, un éxito de ventas, obtuvieron numerosos premios y fueron varias veces finalistas del Goncourt. Traducido a más de una docena de idiomas, su obra fue ignorada en España hasta que Cabaret Voltaire emprendió la labor de traducción y recuperación en 2006.
El cordero carnívoro, María República y Ana no entran dentro del ciclo de obras de Gómez Arcos que los críticos han designado como la «Trilogía de la posguerra». Se trata de ingeniosas ficciones que, sin embargo, buscan emparentarse con lo vivido por el autor y su familia. Simpatizantes republicanos, la familia del almeriense, sufre en carne propia el destino de los vencidos, los abyectos sobrevivientes rojos sobre los cuáles el franquismo descargará vejaciones, castigos, torturas y muerte. Así las cosas, no sorprende que la protagonista de la novela que nos ocupa, no sólo tenga un nombre sonoro sino también un flamante apellido: María República Gómez Arcos.
María, la hermosa, la audaz María República, perdió a sus padres, fusilados en 1939. La guerra civil puso fin a toda una vida de esperanza, empujándola a ejercer la prostitución en un burdel barcelonés. Su tía, doña Eloísa-burguesa, amparándose en la ley de rehabilitación social, la encierra en un convento de clausura para regenerarla. Convento delirante, fruto de la magistral imaginación del autor, donde gobierna una jerarquía esperpéntica y terrorífica.
Novela dura, en la que imperan la sordidez y la repulsión; pero la poesía de Gómez Arcos, latente en toda la obra, consigue el milagro de equilibrar tanta violencia y horror.
«Novela fascinante y terrible. Tras la cruda violencia, la simple belleza.» Claude Mauriac / Le Figaro
«Novela de la indignación, del hastío frente a los horrores del franquismo y el compromiso de la iglesia española con el régimen.» André Stil / L’Humanité
«Hasta en la escenas en las que Sade y Torquemada se confunden, la denuncia devastadora no se refiere a las costumbres, es puramente política.» Yves Florenne / Le Monde
«El olor nauseabundo de las
letrinas del poder, una llamada a la libertad y la esperanza.» Le
Monde Libertaire
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