"España
tiene el dudoso honor de ser el primer país europeo en recurrir a la castración
de niños para dedicarlos a fines musicales"
18 de marzo de 2014.- "No se puede leer apenas la
historia sin concebir horror por el ser humano". Con esta
contundente frase de Voltaire comienza la enciclopédica obra, Eunucos.
Historia universal de los castrados y su influencia en las civilizaciones de
todos los tiempos, del investigador y periodista, José Antonio Díaz Sáez,
que ha publicado la editorial Almuzara dentro de su colección Historia.
A
lo largo de las 464 páginas que conforman este libro, Díaz Sáez hace un
minucioso recorrido histórico que partiendo de la aparición del primer castrado
en los registros cuneiformes de Lagash, datados a principios del tercer milenio
antes de Cristo, prosigue su camino hasta llegar nuestros días, en los que la
mutilación genital aún pervive en algunos países tales que la India, Tanzania,
Mali o Camerún
Según
el autor, la castración ha sido una práctica habitual en numerosas
civilizaciones. Su función, que en principio era la de domesticar a los
animales, se extendió a los hombres con el objeto de someterlos, controlar su
reproducción y alejarlos de las prácticas sexuales en los harenes que
surgieron, por vez primera, en la época mesopotámica, y continuaron en
civilizaciones tan avanzadas como la israelita, griega o romana, entre otras.
Por
otra parte, según argumenta el libro, la primera mención oficial y ampliamente
contrastada que tenemos acerca de los eunucos chinos data de la dinastía Zhou
(1122-263 a.C.), que bajo el eufemismo de "la reclusión en palacio"
escondía la pena de castración por la comisión de un delito que se aplicaba a
los hombres núbiles- en edad de procrear-, que eran destinados a palacio para
el cuidado y vigilancia de las féminas.
Pero
no todos los eunucos fueron seres marginados. Según José Antonio Díaz Sáez, en
la sociedad bizantina los castrados tenían sus derechos y jugaban un importante
papel institucional en la jerarquía administrativa del imperio. Los castrados
podían ocupar cargos religiosos y palaciegos. Algo así ocurrió, más tarde, en
el Islam donde, tal y como revela el autor en esta obra, aquellos emasculados
que tenían talento podían llegar a desempeñar cargos destacados (cantantes,
visires, guardaespaldas, etc.) y ocupar puestos importantes en el estamento
militar.
Cabe
mencionar el capítulo que el autor le dedica a España durante la época
musulmana, fecha en la que se comenzó a comerciar con otras regiones del mundo
islámico, a las que también se exportaba eunucos, considerados mercancías de
gran valor, llegando éstos a ser el tercer mayor producto de los mercados
andalusíes. Gran parte de ellos eran requeridos para el servicio imperial,
quedando otros en poder de las casas aristocráticas.
El
nexo entre el canto y los hombres emasculados tienen un apartado importante en
esta obra. Según afirma el autor, "España tiene el dudoso honor de ser el
primer país europeo en recurrir a la castración de niños para dedicarlos a
fines musicales, una práctica que luego se extendió a Italia y otros
países". Y es que como cuenta Díaz Sáez en su libro, los niños recibían lecciones
de canto y eran mantenidos durante su infancia por un Maestro de Capilla, quien
debía preservar su inversión y mantener el timbre de las voces angelicales
procediendo a la mutilación de sus genitales; nacieron así los famosos capones,
precedente español de los castrati italianos.
En
definitiva, esta obra recoge el origen y vida de los eunucos a lo largo de la
historia. Seres que, en virtud de su peculiaridad fisiológica, vieron frustrada
una de sus funciones vitales, la procreación, y como consecuencia de ello, su
desarrollo personal. Sacerdotes, castrati, adivinos, consejeros palaciegos,
cuidadores del harén, espías. Esas fueron algunas de sus ocupaciones a lo largo
de los siglos. Pero la suya es una realidad vigente, tal y como se recoge en
esta obra, ya que, en el siglo XXI, aún existen eunucos que cumplen con roles
sociales y religiosos cuyos orígenes se pierden en los albores de la Humanidad.
José
Antonio Díaz Sáez es Licenciado en Ciencias de la Información y Licenciado en
RRPP y Publicidad. Como periodista comenzó trabajando en el medio radiofónico
(Cadena Ser, Radio Euzkadi, Cope), pasando luego a medios de comunicación
escrita, y más tarde al ámbito de los gabinetes de prensa y relaciones públicas
de diversos eventos deportivo.
En
su día director de las revistas BTT Magazine y Ciclismo a Fondo, ha colaborado
también con los diarios El Correo, El Periódico de Catalunya, El Mundo (en este
último también en su revista dominical, Magazine); en diferentes revistas
semanales y en varias publicaciones mensuales, como la edición española de
Paris-Match y la revista de divulgación histórica Clío. Ha publicado Ibarreta,
el último explorador, entre otros títulos.
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