Siglo XXI d. C., año 2008, y seguimos con la misma mentalidad que en la era de las cavernas. Me explico. Hace dos días se me ocurrió pasar por La Casa del Libro de Madrid y por El Corte Inglés para ver dónde habían colocado los IX Premios Odisea. Para mi sorpresa veo que, incomprensiblemente, han sido colocados en la sección de literatura erótica. La novela ganadora de este año, Desde aquí hasta tu ventana, de Javier Herce, cuenta una historia de amor y descubrimiento en la que apenas aparece alguna escena sexual. En cuanto a la finalista, Esta noche tú decides, de Ramón Martínez, es una novela desenfadada al estilo “elige tu propia aventura”.
Si atendemos sólo a razones comerciales, se venderían muchos más libros en la sección general de “novedades”, ya que accedemos a un público mucho mayor. En cambio, en la sección de literatura erótica, no sólo accedemos a un menor número de personas, sino que los compradores interesados en literatura erótica difícilmente verán satisfechas sus expectativas con una de estas dos novelas.
Pero el objeto de esta carta no es quejarme por vender cincuenta o cien libros menos. Lo que me indigna es que las novelas de Odisea, por el simple hecho de que en ellas aparecen personajes homosexuales, son directamente catalogadas como literatura erótica. En España hace ya un par de años que se aprobó la ley del matrimonio homosexual, con la correspondiente normalización que se supone que eso conllevaría para la población gay y lesbiana. Es sangrante que precisamente en el ámbito de la cultura se mantengan prejuicios arcaicos y malintencionados, y se nos siga juzgando sólo por lo que hacemos en la cama, sin importar el resto de aspectos que conforman la vida de una persona.
Es penoso pero ¿qué podemos hacer? De primeras, seguir luchando, y después, seguir publicando novelas protagonizadas por personajes homosexuales, y demostrar con ellas que la homosexualidad no es depravación, vicio ni enfermedad (qué pereza me da tener que estar siempre repitiendo lo mismo).