En un inmenso jardín escarpado en las laderas del monte Kujira-yama, en la prefectura japonesa de Iwate, una cabina telefónica abandonada, bautizada más tarde como Teléfono del Viento, devino en punto de peregrinación para miles de personas tras el tsunami que asoló la isla el 11 de marzo de 2011. El fenómeno, tan insólito como espontáneo, ha inspirado esta conmovedora novela —un auténtico acontecimiento editorial publicado en veinticinco idiomas— que aborda la necesidad del ser humano de comunicarse con quienes se han ido para sobrellevar la pérdida y el dolor.
Cuando Yui, una joven locutora de radio, pierde a su madre y a su hija de tres años en la catástrofe, un sufrimiento insoportable invade su ser y una obsesión se apodera de su mente: todo gira alrededor de la gigantesca ola que azotó el país y le robó su familia. En su lucha desesperada por liberarse de esa fuerza que la atenaza, Yui oye hablar del Teléfono del Viento, una extraña cabina telefónica a la que miles de personas acuden cada año para hablar, mediante un auricular desconectado, con sus seres queridos desaparecidos. Empujada por un último atisbo de esperanza, Yui emprende su propia jornada en busca de paz y consuelo, y en el intento descubre la existencia de una curiosa comunidad cuyos integrantes se apoyan mutuamente en el difícil proceso de superación de la pérdida. Entre ellos está Takeshi, un médico cuya hija guarda silencio desde la muerte de su madre.
Alternando capítulos narrativos con textos breves donde proporciona detalles íntimos y llenos de colorido acerca de los protagonistas, Laura Imai Messina nos ofrece un relato conmovedor en el que cada humilde gesto diario —una mano tendida, una palabra apenas dicha— cobra dimensiones épicas.
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