A Mary Chubb se la conoce como «la arqueóloga accidental» porque, como cuenta al principio de estas memorias, ella lo que quería ser era escultora y a esta vocación dedicó sus estudios. Sin embargo, un trabajo de secretaria adjunta en la Sociedad para la Exploración de Egipto acabó convirtiéndose una pasión. En 1930 se unió a una expedición al yacimiento de Tell el-Amarna, los restos de Aketatón, la efímera capital que fundó el herético faraón Akenatón (esposo de Nefertiti, padre de Tutankamón). Aquí vivió Nefertiti (1954) es el recuento de «su ración de polvo y calor», su amor por el trabajo y sus evocaciones románticas de los hechos históricos, que parecen reproducirse delante de ella. |
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