Adela Muñoz explora el proceso, orquestado durante siglos por la Iglesia, que convirtió a las mujeres en chivos expiatorios de una sociedad extraordinariamente misógina. Al contrario de lo que suele pensarse, las persecuciones más agresivas no se dieron en España, las penas más crueles no las impusieron los tribunales eclesiásticos, y la Inquisición no fue el brazo ejecutor de la caza, sino la principal opositora a la misma.
El texto se ocupa además de herejías, bulas papales, grimorios, exorcismos y hechizos, y rememora los juicios de las brujas de Salem y Zugarramurdi, así como la historia de sus perseguidores y de sus defensores. |
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