Mientras escribía mi nueva novela El pozo, que nació como una crítica frontal al sensacionalismo, me fue creciendo además la reconciliación con la belleza de nuestra profesión, con la vocación, con la entrega que requiere y con la causa de la verdad si se lleva a cabo debidamente. Ese es el valor de nuestro oficio. En mayúsculas. A veces hay que analizar lo feo, lo que nos hace daño, para redescubrir lo bueno, lo genial de una profesión que nos conecta ferozmente con la realidad; y que —vosotros lo sabéis mejor que nadie— es esencial para una sociedad libre e informada. A algunos os pregunté por qué elegisteis el periodismo y de vuestras respuestas también aprendí. Como lo harán los lectores.
Espero que os guste. Espero que abra debates. Y espero que nos encontremos en ellos.»
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