El agua que contenía el cuerpo de Mark Twain era tan cenagosa como la del Misisipi, el río que da nombre al Estado actualmente más pobre de Estados Unidos de América y donde habita el mayor porcentaje de ciudadanos negros. Cuando Twain lo navegó arriba y abajo de joven, aprendiendo a pilotar un barco de vapor, la situación económica de ese territorio era a la inversa: los esclavos convertían los campos de algodón con su esfuerzo y explotación en auténticas minas de oro. La Guerra de Secesión acabó con aquella pesadilla, como comprobó el propio autor de La vida en el Misisipi cuando, veintiún años después, ya un escritor popular y prestigioso, volvió al gran río. Todo eso lo cuenta en estas páginas repletas de anécdotas, recuerdos y leyendas, ilustradas con cientos de grabados de la primera edición norteamericana, realizados por Edmund H.Garrett, John Harley y A. Burnham Shute. Susana Carral ha preparado una nueva traducción para garantizar la fidelidad del texto a la versión original. Los vapores navegan por ella, mientras sortean las trampas de la corriente y la amenaza del ferrocarril.
Ilustraciones de Edmund H. Garrett, John Harley y A. Burnham Shute. Traducción de Susana Carral. |
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