William Ospina ha abierto su álbum de recuerdos para escribir el que sin duda es su libro más personal. El autor regresa a la tierra que habitaron sus antepasados al tiempo que repasa la historia de la violencia que históricamente ha asolado su país. Así pues, Guayacanal es una novela que entremezcla la memoria familiar con la colectiva y que rinde un hermoso homenaje a todos los colombianos que trabajaron honradamente mientras los otros se dedicaban a derramar sangre. «Con el tiempo aprendimos a ser esa tierra, ardillas de sus ramas y gavilanes de sus aires, aunque hayamos tenido que ser también el dolor de las avalanchas, el miedo de las emboscadas, las cruces de ceniza en los patios bajo el poder de las tempestades.» Como todas las buenas historias, Guayacanal arranca con un viaje. Con uno que emprende el autor con su mujer, sus hijos, su primo y Mario, el hombre que convenció a Ospina para lanzarse a la carretera y recuperar el pasado de la nación. Y ya en la primera parte del trayecto, William Ospina revive la historia de sus bisabuelos, de sus abuelos, de Padua -el lugar donde nació-, de un tiempo lejano que si bien es el de su infancia, también podría ser el de su vida entera.
Guayacanal es un relato espejo de Colombia. Un viaje en el tiempo –desde finales del siglo XIX hasta la actualidad– por un país en el que tan pronto vemos a gente cantando, trabajando y disfrutando de la vida como a personas siendo ejecutadas, abandonando sus hogares y enterrando a sus hijos. Llena de alegría, de música, de personajes de una humanidad inverosímil, de fiestas, relatos, poesía, magia y naturaleza, así como también de mezquindades gratuitas, de hombres aviesos, de terribles crímenes, esta extraordinaria novela logra, en cierto modo, desentrañar el espíritu de un país entero, resucitando una Colombia extinta, una época, una región, unos personajes desaparecidos físicamente, que podrán estar vivos por siempre en estas páginas.
Con una prosa envolvente y cercana, pero con el mismo tono poético que ha caracterizado al resto de su obra narrativa, Ospina nos ofrece un libro que entremezcla realidad y ficción, o mejor dicho realidad y recuerdos. Y los recuerdos, ya se sabe, a menudo son inexactos y, por tanto, ficciones. |
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